Ayer llegamos a Ayutthaya, la antigua-antigua-antigua capital de Thailandia. Tan antigua es, que lo tienen todo tirado por los suelos, pero con ese encanto de decorado de película de Indiana Jones que mola... lo que no mola es que te cobran por todo. :(

Nos alojamos en una de las mejores Guest House dentro del rango del alojamiento barato de la Lonely Planet, osea tirando a cutre, pero la habitación tenía buena pinta y sobretodo limpia, con baño privado, agua caliente (quien la necesita si la temperatura ambiente es de 36ºC y el agua del grifo sale a 40) y un flamante aire acondicionado que prometía hacernos pasar una noche fresca y reponedora. Tony's Place era el lugar.

Era ya de noche y estábamos probando las bondades de la cerveza Chang cuando literalmente se abrieron los cielos, prácticamente dejó de verse el otro lado de la calle y los sapos salieron a cantar: miraban un rato la lluvia y otro rato a nosotros...

Una hora después la cosa seguía y puesto que cerraban el bar de la pensión, decidimos irnos a dormir para madrugar al día siguiente (ojo que sólo eran las 22:30, aquí se recogen muy pronto). Cuando llegamos a la habitación, en el baño directamente el agua caía del techo como si todo él fuera una ducha, y en la habitación había un gran charco bajo la cama que venía de una pared que parecía una preciosa cascada Zen.

Con la inconsciencia que da la cervezas y la tranquilidad de que el agua no duele, separamos la cama de la pared que chorreaba, subimos nuestras pertenencias por encima del nivel del suelo y nos fuimos a dormir...

Estábamos en el séptimo sueño a eso de la 1:30 cuando de repente recibo un fuerte golpe en un brazo, se oye un estruendo y de repente comienza a caer un chorro de agua sobre mi pecho... -Joder- me levanto más dormido que despierto y a oscuras busco la luz mientras voy dando con el pie a pequeños trozos de algo desconocido. Cuando logro encender la luz la situación es la siguiente: la lámpara del techo se ha caído, ha rebotado contra mi brazo y se ha hecho añicos contra el suelo, lo que pateaba con mis descalzos pies eran los cristales y por el cable pelado que cuelga sobre la cama cae un chorro de agua que esta empapando todo.

Tras mover la cama otra vez (joder como pesaba), revisar que (milagrosamente) no tenía ningún corte en los pies y que todo parecía bajo control dentro del caos, bajé a buscar a alguien. Cuando por fin encuentro a un grupo del personal del hotel, me dirijo a ellos y tratando de aparentar calma les digo "Hey guys, It's raining in our room...". Me miraron con cara de "y a mi que me cuentas, no molestes porque tienes una goterita". Cuando vinieron a la habitación casi se caen de culo, pidieron mil disculpas, doblaron la espalda con cada disculpa y nos trasladaron a otra habitación...

Espero que hoy la noche sea más tranquila, pero está lloviendo fuerte, no sé, no sé...



Por fin llegamos a Bangkok tras 13 horas de viaje en avión con escala en Qatar. Por cierto, en el aeropuerto de Doha (Qatar), resulta que estábamos haciendo cola con Juanito Oiarzabal... jodo que bajito es, pero ostias el primer español que se ha subido los 14 ochomiles...

El recibimiento en Tailandia fue mas frío de lo esperado...

Primero ves mascarillas por todos lados, entre la gripe aviar y la gripe porcina, esta gente está paranoica, eso sí, se quitan la mascarilla para comer en un puesto callejero donde la higiene es... digamos distraída.

Lo siguiente es que unas chicas te graban con una cámara mientras pasas por un pasillo... que raro... luego te das cuenta de que es una cámara de infrarrojos y que buscan a gente con fiebre. Lo que te digo, paranoicos.

Por último, en el control de pasaportes, una poco amable funcionaria te indica que te sitúes en una cruz en el suelo y mientras te preguntas para qué, te sacan una instantánea para el álbum de fotos del estado Thai.

Sin embargo, tras esta primera impresión, parece que la gente es muy amable y educada.

Como buen país budista, tomarse una cerveza a veces se convierte en una búsqueda dura, porque solo los locales con una (cara) licencia pueden vender alcohol. Pero ya hemos probado la Singha que es la cerveza nacional y el veredicto ha sido positivo.

Si pasara algún tiempo sin que volvamos a escribir en el blog puede deberse a dos razones: la primera y poco probable es que no encontremos un acceso a Internet. La segunda, que estemos atrapados en el hotel con diarrea porque de momento ya nos hemos saltado todas nuestras habituales normas de seguridad alimenticia... esperemos a ver.