Cuando uno lo pierde todo, se queda en pelotas. Esto, que es una obviedad, casi nos pasó el otro día... pero recapitulemos.
Cargados con nuestras mochilas y más dispositivos electrónicos que nunca, nos embarcamos en una nueva aventura vacacional. El destino: Indonesia. Sí, Indonesia otra vez, pero esta vez recorreremos las islas de Flores, Komodo y Lombok. Buceo, cultura y dragones.
Tras un apretadísimo trasnfer en el aeropuerto de Dubai, llevando 4h de vuelo destino Bali, se nos acerca una azafata. Pero no era una cualquiera, sino "el puto amo" de las azafatas, la sobrecargo, tema serio. Le dice a Susana que su equipaje no va en el avión, pero que tranquila porque llegará 16h más tarde que nosotros en otro vuelo. Debe rellenar un papel con sus datos e indicar claramente donde se aloja en Bali para enviar el equipaje.
El primer problema es que solo pensábamos estar en Bali 12h. Ya teníamos comprados los billetes (de otra compañía claro) para saltar a Maumere (isla de Flores), pero tampoco pensábamos dormir allí sino en un pueblecito de montaña llamado Moni a tomarporculo de Maumere y ni siquiera teníamos reserva de hotel para poder decir dónde.
Segundo problema. Además de todas las pertenencias de Susana y alguna que otra cosa valiosa como los prismáticos, su mochila contenía lentillas para todo el mes. Si eres un topete miope y buceas, las lentillas se convierten en algo casi tan vital como el aire de la botella.
Total, que ante el riesgo de que el equipaje no nos siguiera tan lejos como íbamos, o que se perdiera por el camino, o tardara 4 o 5 días y a Susana le diese una apoplejía, decidimos retrasar nuestro billete y reclamar a la compañía.
Algo de dinero nos dieron, aunque no cubría ni la mitad de los gastos de cancelación. Eso si, la primera noche en Bali, Susana no estuvo en pelotas porque la compensaron con un estupendo neceser de hombre que además de los aperos para afeitarse, contenía un pijama XL. Estaba arrebatadora ;-)
Hemos estado 2 días en Bali, que son 2 días más de los que pensábamos estar aquí, pero tampoco han estado tan mal y oye al final recuperamos el equipaje. Más o menos un final feliz.
Cargados con nuestras mochilas y más dispositivos electrónicos que nunca, nos embarcamos en una nueva aventura vacacional. El destino: Indonesia. Sí, Indonesia otra vez, pero esta vez recorreremos las islas de Flores, Komodo y Lombok. Buceo, cultura y dragones.
Tras un apretadísimo trasnfer en el aeropuerto de Dubai, llevando 4h de vuelo destino Bali, se nos acerca una azafata. Pero no era una cualquiera, sino "el puto amo" de las azafatas, la sobrecargo, tema serio. Le dice a Susana que su equipaje no va en el avión, pero que tranquila porque llegará 16h más tarde que nosotros en otro vuelo. Debe rellenar un papel con sus datos e indicar claramente donde se aloja en Bali para enviar el equipaje.
El primer problema es que solo pensábamos estar en Bali 12h. Ya teníamos comprados los billetes (de otra compañía claro) para saltar a Maumere (isla de Flores), pero tampoco pensábamos dormir allí sino en un pueblecito de montaña llamado Moni a tomarporculo de Maumere y ni siquiera teníamos reserva de hotel para poder decir dónde.
Segundo problema. Además de todas las pertenencias de Susana y alguna que otra cosa valiosa como los prismáticos, su mochila contenía lentillas para todo el mes. Si eres un topete miope y buceas, las lentillas se convierten en algo casi tan vital como el aire de la botella.
Total, que ante el riesgo de que el equipaje no nos siguiera tan lejos como íbamos, o que se perdiera por el camino, o tardara 4 o 5 días y a Susana le diese una apoplejía, decidimos retrasar nuestro billete y reclamar a la compañía.
Algo de dinero nos dieron, aunque no cubría ni la mitad de los gastos de cancelación. Eso si, la primera noche en Bali, Susana no estuvo en pelotas porque la compensaron con un estupendo neceser de hombre que además de los aperos para afeitarse, contenía un pijama XL. Estaba arrebatadora ;-)
Hemos estado 2 días en Bali, que son 2 días más de los que pensábamos estar aquí, pero tampoco han estado tan mal y oye al final recuperamos el equipaje. Más o menos un final feliz.
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