Buena y mala suerte...


De camino a Valencia, me alojé en Requena. Carteles de bodegas por todos lados. "Tierra de vino" me dice un amigo. "Ne dejes de probar sus caldos" me dice otro. Vale, lo he pillado.

Mi alojamiento estaba a las afueras y llegué tan tarde y helado de frío que me costó mas de una hora volver a entrar en calor. Total que por no coger la moto y volver a helarme, me quede en la cafetería del alojamiento.

El menú que me sirvieron de cena para olvidar, ni lo voy a detallar, pero me clavaron 11€ y el vino era... para olvidar también. Una frasca de tinto a granel y refrigerado... era un fighter wine. En fin, me quede sin probar el vino (decente) de Requena/Utiel. Que mala suerte.

Al día siguiente, al abonar la cuenta, el amable regente del local me regala una botella de vino (quizás por mala conciencia). Igual no tienes sitio, me dice. Igual se lo hago, le respondo. El caso que es que acabé con una botella de "Sierra Salinas" tinto joven en el petate de la moto. Al final voy a probar el vino de la zona y me imagino degustándolo frente a un atardecer en los días que vienen. Que buena suerte.

Dos días más tarde, de mañana, habiendo recogido todo, hecho el equipaje y buscado el lugar de Gandía con mejores valoraciones para almorzar, salgo por la puerta. En una mano el petate de la ropa, en la otra la bolsa de dispositivos electrónicos y el casco. Me faltan manos. Para cerrar la puerta suelto el petate. Oigo un ruido entre "clonk" y "clash". El olor a vino lo inunda todo, charco rojo bajo el petate, se masca la tragedia... en cuestion de segundos toda mi ropa huele como el eructo de un borracho.

Lavar toda la ropa y esperar a que se secara me llevó 5 horas. Aproveche para almorzar claro y también para reflexionar sobre lo que había pasado...

No existe ni la mala ni la buena suerte, solo son cosas que te pasan. A las que te van bien las llamas buena suerte y las que te van mal, mala suerte... pero si lo piensas veras que solo son cosas que pasan. Lo que si existen, son buenas y malas decisiones.  Meter una botella de vino en el petate de la ropa es una mala decisión. Las malas decisiones atraen sobre nosotros enormes cantidades de mala suerte.

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