La primera comunión


El día en Bajawa empezó como muchos otros días en Indonesia. Diana a las 7:30, desayuno a las 8:00 y alquilar una moto a las 8:30. A las 9:00 volábamos a unos increíbles 50Kms/h en nuestro mierdiscooter en busca de los poblados Ngada de la zona. La carretera, y me refiero a los momentos en los que la había, estaba llena de agujeros. Curvas infinitas y pendientes vertiginosas, pero sea como fuere nos las apañamos para llegar a Bena.

Bena es el poblado Ngada más popular para visitar y la verdad es que la arquitectura de sus casas tradicionales, de madera y con techo de fibra de palmera, así como la disposición del poblado es alucinante. En las casas la gente está a sus quehaceres pero te saludan con alegría. Los niños a tope con el saludo nacional (ver entrada de Sulawesi "Hello Mister!") y los adultos como si fuera un honor que les visitases. Esta gente es encantadora.

Visitamos otro pueblo más remoto llamado Gurusina, donde fuimos los únicos turistas en llegar. Normal, la carretera hasta allí, brillaba por su ausencia y los últimos 2km eran una pista en obras de tierra en muy, pero que muy mal estado. Bajamos con algún derrapaje que otro pero mereció la pena disfrutar del poblado para nosotros solos. Nos trataron mejor si cabe.

Después, en un alarde de temeridad, condujimos casi 2h para ir a unas aguas termales que por ser domingo, estaban hasta la bola de locales. Destacábamos como una láser en la oscuridad. Hay que tener en cuenta que Indonesia es mayormente un país islámico, así que la gente se baña vestida. Por no haber no había ni vestuarios propiamente dichos. Susana prefirió no escandalizarlos con su bikini, pero yo me busqué un recoveco para cambiarme donde me vieran el culo lo menos posible y me di un baño en las surgencias termales. Muy gracioso bañarse con la gente, ellos se descojonaban del guiri y yo me descojonaba de ellos. Todos descojonados, todos felices.

Ya de vuelta en Bajawa, cometimos un error. Salimos a cenar y nos apretamos la cena más abundante desde que estamos aquí, regado con 2 botellas grandes de Bintang que viene a ser casi 1,5l de cerveza. ¿Que por qué fue un error? Pues porque a la que volvíamos entripados y un poco achispados, el dueño de nuestra pensión insistió en que nos uniéramos a una fiesta cercana de su familia. ¡Una fiesta! ¿Quién dice que no a una fiesta?

Cuando llegamos, había como 100 personas, la música a todo trapo, comida como si fuera una boda y barra libre de cerveza y Arrak (típico licor destilado muy potente). Nos llevaron ante Marcelino, un rastafari vestido de traje y camisa solapona que resultó ser el padre de Wenn, la criatura que hacía la primera comunión y motivo de la celebración. Al pobre Wenn, lo tenían encerrado en una habitación, vestido con un traje que le quedaba 3 tallas grande y recibiendo las felicitaciones (y los regalos) de los que llegaban.

Tras cumplir todo el protocolo, nos incitaron a comer y a beber como si no hubiera un mañana... comed, bebed, comed, bebed y cuando mirabas para otro lado, te llenaban el baso, ¡uf! luego llegó el desmadre del baile... lo pasamos muy bien... hicimos amigos... ¿he dicho ya que esta gente es encantadora? solo un pero... no debimos beber tanto Arrak.


1 comentario:

  1. Supongo que el próximo capítulo es el de la resaca monumental. Pero que os quiten lo bailao.

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