No fue fácil, por desinformación y pura mala suerte no
pudimos hacer la reserva en primera, así que solo nos quedaba luchar por la
“general class”. El despertador sonó a las 4:45 de la madrugada y a las 5:30
aparecimos en el despacho del “Officer Master of Duty“. Este nos facilitó “el
tocken”, un papelito que ponía un “2” y la fecha, que nos habilitaba a sacar
los billetes en la cercana oficina de reservas. Tras pagar la escandalosa suma
de 16 rupias (0,27€) por dos billetes, nos dirigimos a la cola en la que, para
nuestro alivio éramos los segundos. La aburrida espera de una hora solo fue
animada por la gente que llegaba, resoplaba al ver la cola y finalmente se unía
a ella. Por fin a las 6:30, con un orden ejemplar, totalmente ajeno al estilo
indio, nos fueron dejando entrar en los compartimentos. Pillamos dos de los
mejores sitios (de segunda claro), pegaditos a la ventana izquierda. Por fin
estábamos en el Nilgiri Express.
El Nilgiri Express es el tren que recorre la línea férrea entre Mettupalayam y Ooty y tiene el estatus de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el 2005. ¿La razón? Es una de las pocas líneas férreas en el mundo que aún opera con locomotoras de vapor. Además tiene la particularidad de que es un tren de montaña que sube desde los 500mts de altitud de Mettupalayam a los 2240mts de Ooty. Para salvar las empinadas vías, usa una rueda dentada por debajo del tren que engrana con la cremallera que tiene la vía. La línea férrea fue construida por los ingleses. Se inició en el 1857 y se finalizó en el 1907 y hasta la fecha ha estado en uso con los mismos trenes de vapor (suizos según uno de los ferroviarios). Otra particularidad de este tren es que la locomotora no “tira” de los vagones sino que los empuja. La razón es que de estar delante, el humo de la locomotora se lo tragarían los pasajeros.
Ver uno de estos trenes funcionando es absolutamente impresionante. Cuando se acercó para enganchar los vagones, lo primero que te llama la atención es el ruido. Suena como nos han enseñaron de pequeñitos que suenan los trenes pero que ningún tren hace ya. Va envuelto en una nube de vapor que hace mágico ver como los cilindros y las bielas mueven esas enormes ruedas de acero sobre las que se desplaza la locomotora. Por todos lados junto con el vapor, chorrea enormes cantidades de agua y da la sensación de tener una eficiencia energética más que discutible. En realidad parece increíble que pueda moverse.
Un ferroviario me explicó en pocas palabras (las pocas que sabía en inglés) cómo funcionaba el tren, dónde llevaba los enormes depósitos de agua, dónde estaba la caldera, el sistema de transmisión, el sistema de cremallera e incluso el sistema de engrasado que iba dejando caer gota a gota aceite sobre la maquinaria para reducir la fricción al máximo y reducir el desgaste y el calentamiento. Aun así no debía ser suficiente y el mismo ferroviario se afanaba con una aceitera enorme en derramar ingentes cantidades de aceite sobre determinadas zonas de la transmisión. Solo nos decepcionó un poco el hecho de que el agua de la caldera ya no es calentada con carbón sino con unos quemadores de gasoil que han sido adaptados.
El tren inició la marcha lentamente hasta que alcanzó su velocidad de crucero, unos 8 Km/hora. No es un tren para usar si tienes prisa desde luego, pero su lentitud está más que justificada por la sensación de flashback al siglo XIX y por el excelente paisaje que tienes la oportunidad de ver durante el lento ascenso. Por si esto fuera poco, hace una parada cada 45 mins en puntos estratégicos para llenar los inmensos depósitos de agua que en ese tiempo ya han sido transformados en vapor o derramados por el suelo. Los depósitos son como los de las películas del oeste, una pequeña torre con el depósito en lo alto y una gruesa manguera que cae hasta la locomotora.
Desgraciadamente, una fuga en el sistema de vapor hizo que el tren no pudiera llegar a su destino que es la estación de Coonor (1850mts) y se quedara lastimosamente tirado apenas a 400mts de la estación con un olor de haber quemado la junta de la culata que daba un poco de grima. Nos remolcaron desde allí hasta la estación donde cambiaron la locomotora por una de gasoil que ya nos llevó hasta Ooty sin más contratiempos.
Ha sido uno de los momentos más especiales de este viaje.
El Nilgiri Express es el tren que recorre la línea férrea entre Mettupalayam y Ooty y tiene el estatus de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el 2005. ¿La razón? Es una de las pocas líneas férreas en el mundo que aún opera con locomotoras de vapor. Además tiene la particularidad de que es un tren de montaña que sube desde los 500mts de altitud de Mettupalayam a los 2240mts de Ooty. Para salvar las empinadas vías, usa una rueda dentada por debajo del tren que engrana con la cremallera que tiene la vía. La línea férrea fue construida por los ingleses. Se inició en el 1857 y se finalizó en el 1907 y hasta la fecha ha estado en uso con los mismos trenes de vapor (suizos según uno de los ferroviarios). Otra particularidad de este tren es que la locomotora no “tira” de los vagones sino que los empuja. La razón es que de estar delante, el humo de la locomotora se lo tragarían los pasajeros.
Ver uno de estos trenes funcionando es absolutamente impresionante. Cuando se acercó para enganchar los vagones, lo primero que te llama la atención es el ruido. Suena como nos han enseñaron de pequeñitos que suenan los trenes pero que ningún tren hace ya. Va envuelto en una nube de vapor que hace mágico ver como los cilindros y las bielas mueven esas enormes ruedas de acero sobre las que se desplaza la locomotora. Por todos lados junto con el vapor, chorrea enormes cantidades de agua y da la sensación de tener una eficiencia energética más que discutible. En realidad parece increíble que pueda moverse.
Un ferroviario me explicó en pocas palabras (las pocas que sabía en inglés) cómo funcionaba el tren, dónde llevaba los enormes depósitos de agua, dónde estaba la caldera, el sistema de transmisión, el sistema de cremallera e incluso el sistema de engrasado que iba dejando caer gota a gota aceite sobre la maquinaria para reducir la fricción al máximo y reducir el desgaste y el calentamiento. Aun así no debía ser suficiente y el mismo ferroviario se afanaba con una aceitera enorme en derramar ingentes cantidades de aceite sobre determinadas zonas de la transmisión. Solo nos decepcionó un poco el hecho de que el agua de la caldera ya no es calentada con carbón sino con unos quemadores de gasoil que han sido adaptados.
El tren inició la marcha lentamente hasta que alcanzó su velocidad de crucero, unos 8 Km/hora. No es un tren para usar si tienes prisa desde luego, pero su lentitud está más que justificada por la sensación de flashback al siglo XIX y por el excelente paisaje que tienes la oportunidad de ver durante el lento ascenso. Por si esto fuera poco, hace una parada cada 45 mins en puntos estratégicos para llenar los inmensos depósitos de agua que en ese tiempo ya han sido transformados en vapor o derramados por el suelo. Los depósitos son como los de las películas del oeste, una pequeña torre con el depósito en lo alto y una gruesa manguera que cae hasta la locomotora.
Desgraciadamente, una fuga en el sistema de vapor hizo que el tren no pudiera llegar a su destino que es la estación de Coonor (1850mts) y se quedara lastimosamente tirado apenas a 400mts de la estación con un olor de haber quemado la junta de la culata que daba un poco de grima. Nos remolcaron desde allí hasta la estación donde cambiaron la locomotora por una de gasoil que ya nos llevó hasta Ooty sin más contratiempos.
Ha sido uno de los momentos más especiales de este viaje.
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