Buscar monumentos es lo que tiene, osea, que hay que buscarlos.
Se supone que debería ser una tarea fácil. Tengo las coordenadas de los lugares, solo debería ser meterlas en el GPS, encaminarse al objetivo y fusilarlo con la cámara. ¡Ja!
Me he dando cuenta de que cuando nadie ha fotografiado un monumento aún es o porque está en un paraje remoto, o porque es de difícil acceso o porque nadie lo conoce ni sabe donde está y en casos extremos por todo los motivos expuestos de forma simultanea.
El caso más fácil: la iglesia de un perdido pueblo. La dificultad está en llegar, estimas 30mins tardas 1h. Llego, esquivo las miradas inquisitivas de los paisanos, saco la foto y si tengo cobertura para el GPS, me encamino al siguiente objetivo. Objetivo que a vuelo de pájaro puede estar a 15kms, pero que por azar de los caminos se pueden convertir en 60 y 1h20mins de moto.Cunde poco.
Subiendo la dificultad están los monumentos tipo casona, palacete, etc. que se encuentran en pueblos llenos de casonas, palacetes, etc. El GPS te lleva a una plaza llena de edificios que podrían ser el que buscas... y no, no siempre preguntar es una opción y me explico. A veces el monumento oficialmente se conoce con un nombre que les es totalmente ajeno a los locales. Estuve 45 mins buscando «La Casa Rectoral» de Aguilar de Campoo hasta que buscando en internet, encontré una referencia al nombre por el que era conocido comúnmente, «La casa del cura». Está llena de curas, me dijo el siguiente al que pregunte.
Pero la palma se la llevó la búsqueda del «Dolmen de San Gregorio».
Llego por una estrecha carretera hasta un pequeño puente que salvaba un arrollo en mitad del páramo. Y según el GPS es el lugar, pero a ambos lados de la carretera solo hay vallas de alambre de espino. Aparco la moto en la cuneta, cojo la cámara, el móvil y pensando que debe estar cerca, echo a andar por una tierra arada.
Cuando llevo unos 400mts tierra adentro, busco alguna referencia adicional en internet y todo parece indicar que estoy en la margen equivocada del arrollo. Me tiró entre una maraña de espinos, a veces en cuclillas, a veces a cuatro patas...
Cuando consigo cruzar el arrollo ¿que me encuentro? Pues una valla de alambre de espino. A la mierda, me las apaño para encontrar una vulnerabilidad en la valla y me cuelo en la finca.
30 mins después de recorrerme cada puto palmo de la finca desisto. Lo que más me jode es tener que volver a saltar la valla, cruzar el arrollo, atravesar el campo de espinos y volver andando por la tierra hasta la moto. ¡La moto! soy consciente de golpe de que he dejado la moto sola más de 1h con todo el equipaje, el portátil, el kindle, el casco, los guantes... aprieto el paso, me engancho, me pincho... hace calor, voy sudando como un pollo...
Al final todo está en su sitio. ¿Quien carajo me va a robar si por allí no pasa nadie desde que plantaron el puto dolmen los celtas?
Llegados a este punto, la experiencia me ha enseñado varias cosas:
- No siempre buscar es encontrar
- Hay que planificar el recorrido para cumplir los objetivos
- En las zonas remotas, basar tu orientación en internet es un error
- Siempre se tarda mucho más de lo que estimas
- Y por último pero no menos importante, los monumentos a los que no se llegue en moto que los busque otro.
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