Viva la gente!



Yendo en moto, es fácil que el efecto túnel te posea y vayas como un loco de aquí para allá. Tanto, que ni siquiera te percatas de que por donde pasas, está lleno de personitas.

Os voy a contar lo que me pasó.

Saliendo de Sotresgudo (Burgos), vi a mi derecha unos inmensos farallones rocosos que dominaban el llano. Bonito fondo para sacarle una foto (más) a la moto. Así que me pare en mitad del páramo, giré la moto (si ignorantes, la foto también tiene perfil bueno y malo) y me dedique a sacarle un pequeño reportaje.

Al fondo por la recta infinita, venía andando un señor. Tanto fue que me demoré, que antes de que me volviera a poner el casco y saliera zumbando de allí, me alcanzó. Era un hombre trabajado, medio tuerto, piel cetrina y cargaba con una vara que le ayudaba a caminar.

- Buenos días. Buenos días. ¿Le gusta el paisaje? Es impresionante me encanta. Eso que ve es la Peña Amaya ¿ha estado allí? No he tenido esa suerte. Pues yo si, muchas veces y ¿sabe que ya los celtas vivían ahí? hay restos...

Y poco a poco, Pepe (que así se llamaba), me fue hablando del castro romano que allí hubo, de sus cementerios no encontrados aun, de las dos calzadas romanas que pasan cerca, de la llegada de los moros y el retroceso de los visigodos, de la reconquista y expulsión del islam de la zona, de la importancia de los puentes, de los que eran y de los que dejaron de ser, de sus peajes, del camino de santiago actual y también del olvidado... tantas cosas me contó que también me contó que había sido maestro de escuela y que la historia es su pasión y que acaba de publicar un articulo en una revista local, que investigaba en el archivo de Burgos... una mente rápida e inquieta, que imagino, de haber sido estimulada en juventud, hoy sería la de un gran investigador. Aunque en realidad ya lo es.

Antes de despedirnos, me señala una de las peñas lejanas de la montaña. Aquella peña era el reloj del pueblo, me dice. Según como le pegara la luz, sabíamos la hora cuando nadie tenía relojes y ¿sabe lo que me paso siendo chaval? pues que me fui a otro pueblo cercano y la luz pegaba diferente así que, llegue tarde a la tarea porque me había cambiado de zona horaria. ¡Que cosas!

Sigo camino y no dejo de mirar la Peña. No tenía intención de ir por ahí, es un rodeo de casí 80kms, pero Pepe me ha metido el veneno. 1km más adelante, me doy la vuelta y busco el desvío que me lleva al pueblo de Amaya. Al verlo al pie de la impresionante peña, paro a sacarle una foto.

Un golpe de mala suerte (y de mi mano), hizo que se me soltara un cable del cargador usb que hizo masa en el manillar y fundió el fusible. Así que casi sin batería en el móvil y sin cargador, seguí camino, confiado en que encontraría algún lugar donde cargarlo.

Entre montañas, peñas y cañones, llegué a Humada y encontré lo que buscaba, el bar de la foto. Un bar de cuéntame... pero de la primera temporada de cuéntame. Allí Pascual (el cantinero) está encantado de cargarme el móvil y charlar conmigo sobre canciones de su recuerdo, hasta que llega Esteban a tomarse unos vinos y toma el relevo de la charla mientras juguetea con su puro. Le pregunto cuantos kms hay hasta Aguilar de Campoo y me dice que poco (sin más) pero que Aguilar es un gran pueblo (a pesar de ser de Palencia y no de Burgos). Se va Esteban pero llega Abelino, se pone a echar piropos a la moto, me recomienda una ruta, que pare en Rebolledo de la Torre, románico del bueno oiga, ¿te gustan los rolling? ¿el morritos? a mi me encantan, no te vayas que te invito a una cerveza, Pascual pon dos cervezas ya te las pagaré que no llevo dinero...

Y así salí de allí, con tres cervezas (sin alcohol), con el móvil cargado a tope, con una encantadora carretera por delante y con el corazón contento.

Si no hubiera hablado con Pepe, no habría visitado esta zona, no habría conocido ni a Pascual, ni a Esteban, ni a Abelino, ni habría visitado Rebolledo...

Como decía la canción «Viva la gente. La hay por donde quiera que vas», pero si no paras a hablar con ellos es como si no existieran.

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