Este año nos vamos a Camboya y luego visitaremos Laos. Pero con los vuelos a Camboya al precio de las angulas en navidad, decidimos que la mejor opción era viajar a Bangkok y luego pasar la frontera por tierra. Que sí, que no es lo más cómodo y tiene sus pegas, pero no solemos ser de caminos fáciles.
Total, que salimos de Madrid y (resumiendo) 18h después llegamos a Bangkok.
Puestos a elegir el camino difícil, llegaremos al hotel en transporte público, al fin y al cabo ¿quién quiere ir cómodamente en un taxi?
Te montas en el tren elevado y en 30 mins vas pasando de arrozales a rascacielos. Cuando sales del tren, el bofetón de calor húmedo es intenso Lo esperado, pero que esperes el bofetón no te quita de recibirlo. ¡Puf!
Ahora busca la parada de autobús. A ver, las paradas del autobús en Bangkok son como las cajeras amables del DIA, que las hay, pero que nadie las ha visto. Así que preguntamos y preguntamos y anduvimos y anduvimos hasta que finalmente encontramos la dichosa parada. Tras esperar 15 mins al sofocante solete, chorreando de sudor, subimos al autobús. Inmediatamente se nos escarchan las cejas con el aire acondicionado... pero no hay problema: se nos descongelan en 3 segs después de bajarnos. El trafico infernal, gracias.
Otra vez a andar (sin GPS ni internet) y claro, nos perdemos así que preguntamos. Un amable chaval, que está al lado de una barbacoa de cocodrilo (no es broma), nos indica por un callejón oscuro, húmedo, estrecho, vacío... ¡sin miedo! Pero el callejón serpentea y serpentea y no vemos el final y dudamos... hasta que descubrimos que era un callejón "de los de señora dentro". La señora, que nos ve con cara de cefalópodos perdidos, con amabilidad nos indica que estamos a menos de 20 mts del hotel girando a la izquierda. Por supuesto, nos lo pasamos casi 100 mts, pero en múltiples aproximaciones damos con el condenado alojamiento.
La recepcionista nos recibe con su más cálida sonrisa y nos da las malas noticias:
- Tengo que avisarles que estamos en zona de fiesta y que por la noche hay ruidos. Esperamos que a la 1:00 terminen.
- Como si caen bombas, danos la habitación que traemos tapones si hace falta.
Y no hicieron falta, porque estábamos tan cansados que dormimos 6 largas (e insuficientes) horas para coger el autobús que habría de llevarnos a Camboya... pero eso será para otra crónica.
Vale, igual hemos empezado un pelín fuerte...