A ver, llamamos la atención, de eso no cabe duda. En Asia siempre pasa y es que esos ojos como huevos de paloma que nos gastamos los occidentales les deben parecer muy raros.
Sobre todo la que suele llamar la atención es Susana y normalmente la miran con más o menos disimulo, le hacen fotos robadas o pedidas (en India era escandaloso) y allá por donde pasamos nos sentimos observados.
En China sin embargo son muy discretos, te miran de reojo, pero no giran la cabeza. Creo que en parte es para que no empieces a hablarles en klingon como marciano que eres, puede que timidez, pero también tiene un claro componente cultural.
Eso sí, cuando te sientas en una zona concurrida, cuando dejas de moverte, algo cambia, pasas a formar parte del mobiliario y te miran, vaya si te miran y con disimulo, a veces ninguno, te sacan fotos. Hablan de ti y por los gestos a veces hasta sabemos de qué (les llaman la atención nuestras narices).
Pero en China también llamo la atención yo, también me sacan fotos y me miran... y no es porque sea grande, los chinos contra el estereotipo de bajitos, no lo son (Jao Ming no es una excepción). Es que he llegado a la conclusión de que tengo algo... algo que los chinos no tienen... ¡barba! Y es que aquí, dominan los imberbes. Algunos chinos tienen bigote y al que más, le sale una rala perilla.
Por otro lado, no es que haya querido dejarme ir con el tema de la barba, en todos los países por los que paso suelo probar la calidad de las navajas nacionales y la pericia de sus barberos con diferentes resultados. El mejor fue un tailandés en un pueblo perdido por un precio ridículo... pero eso es otra historia y me disperso. El caso es que... ¿quién en su sano juicio se dejaría afeitar a navaja por un barbero en un país en el que nadie se afeita? soy aventurero pero no suicida...
Por lo tanto, luzco una barba generosa y (confieso) un tanto desgarbada y debo reconocer que desde que estoy aquí solo he visto otros dos tipos con barba. Juntos formamos el club de los tres barbudos.
Eso sí, a algunos niños les doy mucho, pero que mucho miedo.
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