Los chinos engañan. Y es que tenemos una imagen de ellos gris, triste, apagada. Trabajar como un chino equivale a la imagen que de ellos tenemos. Allá donde van, se integran poco, se dedican a sus negocios (de los que no salen nunca), nunca tienen días libres, no hay ocio y lo más parecido es ese ordenador portátil que tienen debajo del mostrador donde ven telenovelas chinas bajadas de internet.
Sin embargo en su país, se ha pasado a una China comunista a dos Chinas diferentes. La incipiente clase media, a la que llamaré "la China que consume" y el resto que es "la China que sobrevive". La segunda ya la conocemos todos, y encarna la escala más básica y descarnada de una economía de mercado, así que hoy escribiré sobre la primera.
"La China que consume" representa algo menos del 10% de la población, pero es que con una población de 1340 millones de habitantes, se traduce en 110 millones. Una cifra en que en términos absolutos impresiona y que está haciendo que muchas multinacionales le hayan echado el ojo a China viéndolos también como un mercado atractivo y no solo como un lugar donde deslocalizar la producción.
Por cierto en cuanto a la deslocalización de la producción a China, las cosas están cambiando. Ahora a los trabajadores Chinos hay que pagarles las cuotas de su seguridad social, impuestos y otros costos que hasta hace bien poco no existían, por no hablar de la inflación, las continuas revalorizaciones del Yuan. Esto está haciendo que las empresas (Apple por ejemplo ha decidido que fabricará su próximo iMac en USA) se estén yendo de China o a sus países de origen o a otros países más baratos (Bangladesh, Cambodia, India, etc.).
Más parajodas de la deslocalización. Los artículos, sobretodo textiles, que los chinos fabrican para nosotros por 3-5€, ellos se los venden entre sí por 10-15€. Eso hace que te plantees realmente cuan arbitrario es el precio (que no valor) de las cosas y que abandones toda esperanza de entender cómo funciona la economía y la balanza comercial entre países... en fin.
Pero me estoy yendo por las ramas... yo quería hablar de los chinos que consumen y hay que decir que son de todo menos grises. Vestidos con estrafalarios colores e indumentaria que define su ausencia de vergüenza (o gusto distraído) van cargados de tecnología (tabletas, smartphones, cámaras digitales de última generación, etc.) y hacen turismo por su país en ruidosos grupos organizados gastando dinero a tutiplén (más que nosotros). Y es que los turistas chinos van de vacaciones como si no hubiera un mañana y en su caso casi es así. Con solo 11 días de vacaciones al año (los que las tienen), viven con intensidad cada día, aunque es en el año nuevo chino cuando la locura se desata en el movimiento migratorio más masivo del planeta. El país literalmente colapsa bajo la presión de tal movimiento. Debe ser como cuando los orcos intentaron tomar el Abismo de Helm.
En cuanto al carácter, tienen gesto serio, duro... parecen hasta hostiles en algún momento pero no es más que una barrera entre ellos y el occidental al que no entienden ni una palabra de su lengua, ni de su cultura, ni ya que estamos qué demonios hacemos visitando su país (lo preguntan mucho con extrañeza). Pero cuando el guiri les suelta unas palabras en chino, previo estudio minucioso y practica tonal, se les ilumina la cara y te dan esa sonrisa que derriba la barrera. La verdad es que son muy amables.
Ya he hablado de la comida desde nuestro punto de vista pero, hay que hablar de la relación de los chinos con la misma. ¡Como comen! Les encanta comer, cantidades disparatadas, múltiples platos y les encanta hacerlo en grupo. Comer en China es algo social, como en España o más, sobre todo entre la gente joven. Lo único malo... fumar esta permitido en todos los locales y los hombres fuman... fuman tanto como comen, pero como es verano las terrazas proliferan y ahí no importa... vamos como en España.
En resumen, de comunismo queda lo que dicen los libros y el sistema político de partido único. Todo lo demás... es capitalismo.
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