Probablemente un psicoanalistas freudiano diagnosticaría en mi un claro caso de anclaje en la fase oral del desarrollo personal y probablemente tenga razón, y es que me gusta probarlo todo. Luego decido si me gusta o no, pero si hay algo que no haya comido lo quiero probar.

A lo largo de los viajes he probado todo tipo de vegetales, peces, carnes (incluido mono), casquería varia, anfibios, incluso los insectos han sido parte de la dieta y tengo que reconocer que tras la aprensión inicial no están nada mal.

Pero nunca había probado anguila. Así que cuando llegamos a Tentena, un tranquilo pueblecito a orillas del Lago Poso, cuyo plato típico era a base de anguila pescada en el lago, nos pusimos a buscar algún walang donde degustar tan exquisito manjar.

La anguila vive su etapa adulta en el mar, pero se reproduce en agua dulce, así que remonta el río hasta el lago y desova allí. Cuando trata de volver al mar por el río por el que ha venido, son atrapadas en unas enormes trampas en forma de embudo. Su calidad es excepcional por lo que mayoritariamente se exportaba a japón donde son muy apreciada y pagan una pasta por ellas.

Desgraciadamente la sobre-explotación casi ha acabado todas las anguilas de la zona así que finalmente decidimos no contribuir a su exterminio y buscar algo alternativo para comer.

Cuando nos acercamos a los innumerables walangs de la zona, fuimos preguntando por los distintos platos que exponían buscando algo que nos llamara la atención, hasta que una expresiva mujer señalando uno de los platos empezó a exclamar: ¡batman! ¡batman!

No puedo dar muchos datos de a que sabía el murciélago porque posiblemente ha sido uno de los platos más picantes que he comido en mi vida. Solo diré que ahora engrosa la lista de las cosas raras que he comido y que posiblemente no vuelva a comer jamás.

Morirse siendo Toraja, es como casarse siendo gitano. Un follón de mil demonios.

La ceremonia funeraria dura entre 4 y 5 días y tiene más reglas que el código de circulación, pero por reducirla a una, cuantos más búfalos sacrifiques mejor. Y es que el búfalo tiene el pobre la desgracia de ser el centro de la fiesta. Los búfalos sacrificados guían al difunto hasta el su cielo y si no hay suficientes búfalos, podría no llegar nunca. Vamos, una fatalidad.

Cuanto más importante (y rico) es el difunto, más búfalos se sacrifican. La calidad del búfalo también cuenta, así como la raza (por un albino se vienen a pagar unos 15000€). Parece que si el muerto merece la pena, al menos hay que sacrificar un par de docenas, aunque nos han hablado de funerales con más de 100 búfalos que pasan por el cuchillo. Porque los matan a cuchillo. Lo hace "el que mata los búfalos".

Y en este momento hago un aparte para explicar que todos los Toraja están especializados. El guía es guía y el conductor es conductor. Un conductor no puede guiar... porque entonces sería un guía y un guía no puede conducir porque entonces los conductores se cabrearían. El que mata los búfalos, no lo descuartiza y los que descuartizan no se les ocurre acercarse al búfalo vivo. Y luego está el maestro de ceremonia, los que cargan el féretro, los danzantes, las que hacen música con el bambú... cada uno a lo suyo y todo coordinado. ¡Joder! viven en el mundo de la super-especialización.

Pero volviendo al funeral. Se celebra en una explanada rodeada de típicas casas Toraja y al que se han añadido tribunas temporales para acoger a todos los invitados. Cuando todo está preparado, llega una procesión de más de 100 personas con el difunto en un pesadísimo palenque que cargan entre unos 20 cachas. Suben los ataúdes por una escala (a pulso) a una especie de altar y comienza el funeral.

Atan al búfalo por una pata a un árbol. Machete en mano y de un sabio tajo, "el que mata los búfalos" (recordad, especialización) le raja el cuello al pobre bicho. Litros de sangre por el suelo y 5 mins después, el ovino está prácticamente muerto. En un rato comenzarán a descuartizarlo... luego lo repartirán entre los invitados de acuerdo a su estatus.

Al mismo tiempo sacrifican un cerdo en otro lugar y comienzan a trocearlo.

Un ciervo berrea desconcertado atado en mitad del "escenario". Su momento llegará mañana o pasado y lo empieza a intuir.

Simultáneamente llevan un par de búfalos a un campo tras la zona de celebración y comienzan las peleas de bufalos. ¡Qué suerte! Solo se celebran cuando el funeral es por todo lo alto.
Unas mujeres realizan música golpeando con un bambú una especie de mortero de madera.

Unos 40 danzantes, se unen en circulo y comienzan una coreografía de baile y canto.

En algún momento de los 4 días empezaran las peleas de gallos. Es el único momento en que son legales. Los gallos también guiaran al difunto, menos que un búfalo, pero también guían.

Todo un espectáculo del que las fotos no hacen justicia... gore, pero sin duda todo un espectáculo.

Nos vamos a las Islas Togian. Un paraíso en la tierra, pero sin internet. No iba a ser perfecto. No habrá crónicas hasta que salgamos de la zona oscura (4-5 días, quizás más).

La muerte. La muerte para los Toraja es algo muy serio. De hecho es lo MAS serio que les va a pasar en sus vidas. Aunque supongo que eso se puede aplicar a todo el mundo.

Cuando alguien muere, se monta el mejor funeral que se puedan permitir. Si la familia no monta uno acorde a lo que el difunto espera, su alma volverá a darles la lata y atormentarlos. Por ello, se pasan la vida ahorrando para ese momento.

Sin embargo, muchas veces no es suficiente y es muy habitual que la familia guarde al difunto durante el tiempo que sea necesario hasta que ahorre el dinero. Pueden ser meses o años, nos cuentan de casos de hasta 10 años. Guardan al difunto en su propia casa, en la mejor habitación, usando técnicas de embalsamamiento para que sea viable la convivencia. Le llevan comida todos los días, porque de hecho hasta que no se celebra el funeral el difunto no se considera que está muerto. Su alma vive en la casa y convive con la familia. Ay, ay... imagina que es tu suegra.

Pero ya hablaré de los funerales otro día, porque vamos a asistir a uno de ellos en breve. Hablemos de qué hacen con los cuerpos.

Hoy hemos estado visitando los antiguos lugares sagrados donde entierran a sus muertos. Y no se si enterrar es la palabra adecuada, porque lo que hacen es dejar los ataúdes al abrigo de las cuevas. Sin más. Los apilan, a veces unos encima de otros... y eso es lo que hemos ido a ver, los "cementerios".

Porque son visitables, previo pago claro. Están en abrigos naturales y cuevas. Tienen los ataúdes nuevos, más o menos protegidos mezclados con los antiguos, que datan según los últimos estudios de un porrón de años. Y se sabe que son un porrón, porque apenas queda nada de ellos. La mayor parte de los huesos están a la intemperie y a mano de cualquiera.

Así que entramos solos en una cueva con una pequeña linterna dejando atrás ataúdes y huesos, muchos huesos... giras en una bifurcación, otro ataúd, la cueva se estrecha, otro ataúd, la cueva se divide en tres caminos, más huesos, ramal de la derecha, tres ataúdes y es entonces cuando piensas si algún ataúd es de alguien que no consiguió salir de allí. Basta... tiempo de salir.

Costillas, vertebras y fémures en cantidades industriales, pero sobretodo calaveras. Calaveras dispuestas a lo largo del camino, que te miran, que te observan, que te dicen "los huesos que aquí estamos, a los tuyos esperamos".

El caso es que la red de carreteritas y caminos que trenza la zona cercana a Rantepao, ni los tenía en mis mapas, ni había indicaciones en los cruces. Preguntamos tres veces y tres veces nos mandaron en dirección contraria... no por maldad, sino por que no nos entendían... vamos que nos perdimos bien perdidos.

El caso es que de repente, perdidos entre campos de arroz, selva y poblados Toraja, nos dimos de bruces con una aglomeración de motos. Nada a la vista... raro. Dejé a Sus un poco adelante y vuelvo a investigar. Un grupo de nativos sale entre los campos de arroz, pregunto y me hacen señas hacia un cercano poblado. "Go, go, good fights". No entiendo nada, pero sonaba a invitación así que vuelvo a por Sus. Nos adentramos por una senda entre arrozales.

Cuando llegamos arriba, casas típicas de los Torajas, vemos una especie de celebración, mucha gente, mucha comida. Un funeral Toraja, pensamos.

Pero no, era una gran fiesta en la que la atracción principal, a decir verdad la única, eran las peleas de gallos. Mucha gente con gallos en los brazos, el resto con dinero. La gente no nos sonríe, primera vez que nos pasa. No nos sentimos bienvenidos, pero parece que nos ignoran. Luego nos enteramos de que las peleas son ilegales y apostar más aún. Sin saberlo pero intuyéndolo, preguntamos a una chica que lleva comida si podemos pasar. Nos mira con cara extraña de no entender y finalmente hace un gesto afirmativo. No hacía falta más.

Nos damos de narices con los boxes de preparación de los gallos. Agachadas 4 ó 5 personas están por un lado, limpiando las salpicaduras de sangre de uno de ellos (un ganador imagino) y desanudándole de las patas algo que no veo bien. Cuando veo a otro que están preparando para la próxima pelea entiendo lo que era: un espolón de acero de unos 8 centímetros. De verdad, filo acojona.

A los gallos normales les sale un espolón (una uña larga y afilada) por detrás de las patas. Lo usan como arma en las peleas con otros gallos por territorio, hembras, etc. Estas luchas demuestran quien es mas fuerte y no suelen causar heridas de gravedad.

Pero a los gallos de pelea les liman ese espolón y se lo sustituyen por una cuchilla curva y muy afilada. Cuando pelean usando este espolón las heridas que se causan son muy graves y lo normal es que solo un gallo salga vivo de la pelea (a veces ninguno).

Primero los azuzan entre si. Mientras un tipo sujeta a su gallo, otro acerca el suyo para que le pique en la cresta. Luego lo repiten al revés. Esto lo hacen por dos razones. La primera: encabrona a los gallos sobremanera y salen dispuestos a zurrar a su rival. La segunda y más importante: permite a todos los que apuestan estimar cual es más agresivo, más fuerte y por lo tanto por cual apostar.

Sujetan a los gallos uno frente al otro. Uno blanco. El otro rojizo. Los gallos erizan todas las plumas del cuello. El dinero cambia de mano. Ultimas apuestas. Comienza la pelea. La gente grita.

Tras cada tarrascada que se meten, se oyen exclamaciones del público. Me parece que el blanco va ganando. De repente en uno de los saltos se quedan enganchados. Intervienen los cuidadores y pienso que les van a separar para empezar otra vez. Entonces entiendo lo que ha pasado. El espolón del rojizo está atravesando el cuello del blanco. La gente grita.

Como ritual de victoria, al ganador le acercan al perdedor ya muerto y le pega un fuerte picotazo en la cabeza. Se acabo la pelea. Apenas ha durado un minuto.

Corre el dinero hacia los ganadores de las apuestas. Los perdedores esperan ganar en la siguiente. Dos gallos más vienen de camino...

Nos vamos un poco en shock. No diré si me ha gustado o no, aun no lo he digerido, pero debo reconocer que ha sido una experiencia intensa.

En Indonesia es mejor no hacerse el gallito.

Indonesia es un país fundamentalmente musulmán y aunque no son fundamentalistas, tienden a ser bastante conservadores. Siempre me he preguntado como se las apañan para ligar en estas circunstancias.

Mas allá de las pasadas épocas (o no tanto) en las que las familias "arreglaban" los matrimonios, a día de hoy da la sensación de que los chicos y las chicas "se gustan" como en cualquier otra parte del mundo.

Así que ¿cómo te ligas en Indonesia a la chica del hiyab tan mono que te pone ojitos cuando te ve? pues imagino que como en todo el mundo les pedirán salir a tomar algo y en el caso de la ciudad de Makassar claramente el destino será el paseo marítimo de la ciudad. Una vez allí, paseo para arriba, paseo para abajo, la invitas a tomar un jus (zumo) en alguno de los centenares de walangs (puestos de comida) que se encadenan uno tras otro y tratas de impresionar a la chica con todo tu despliegue personal. Llegado ese punto y si ha ido bien, es que ha llegado ese momento en el que has de lanzar tu arma de destrucción masiva.

Aparecen 3 adolescentes guitarra en mano a los que has contratado previamente y os dan un romántico recital de música melódica. Oye y cantan bien... ¡demoledor! ¿que moza que se precie puede despreciar a un galán que con tanto esmero prepara una cita? Vale, en España igual la chica saldría corriendo, pero aquí la cosa funciona y el amor triunfa (al menos esa noche).
Pues ya estamos en Sulawesi (Indonesia), una de las más de 17500 islas que componen el archipiélago de Indonesia y para poner en contexto el país algunos datos:

Su población que se encuentra en 6000 de las 17500 islas, es de 237 millones lo que lo convierte en el 4º país más poblado del planeta. Existen más de 700 lenguas distintas (aunque todos hablan el Bahasa). También es el país con más musulmanes del mundo, aunque aquí conviven todas las religiones. Es una jovencísima democracia (primeras elecciones presidenciales en el 2004), precedido de un régimen autoritario durante 30 años y precedido a su vez de una dominación colonial a manos de los holandeses de la que lograron independizarse a sangre y fuego tras múltiples intentos. La organización Transparencia Internacional sitúa en nivel de corrupción gubernamental de Indonesia en el puesto 110 de 180. Por comparar, España está en el 30. ¡ouch!

Uno podría pensar que en un país tan poblado, musulmán y corrupto, la acogida al extranjero podría ser fría o en el peor de los casos abiertamente hostil. Nada más lejos de la realidad, a pesar de todo esto, los indonesios son mas simpáticos que un gaditano en carnaval. Es vernos (y se nos ve mucho) y ponerse a saludar con la mano "Hello Mister". Los coches ralentizan su marcha para saludar "Hello Mister", las motos saludan "Hello Mister" y siguen andando mirando hacia atrás, Los niños se vuelven locos "Hello Mister, Mister, Mister", se ponen a mi lado para medir por donde me llegan y al pasar por delante de un colegio chillan a coro. Desde las ventanas de los autobuses “Hello mister”. Nos paran para sacarse fotos con nosotros "Hello Mister ¿photo?". Hasta nos han filmado para un programa de TV local "Hello Mister local TV". El colmo fue el otro día que una señora al vernos pasar y para llamar nuestra atención empezó a agitar a un bebe en alto gritando "¡Hello Mister, a baby, a baby!", creo que quería que lo cogiera. Una locura.

Porque por si no es evidente, en Indonesia mi nombre no es Víctor Barahona, mi nombre es "Hello Mister" y me conoce por mi nombre hasta el último ciudadano de este amable país.

No hay nada más desagradable que tener que coger un avión, proponerte salir de casa con tiempo, conseguir salir en hora y sin embargo al final llegar justito, justito...

Pero claro, llegas con ilusión a la parada del tranvía (algunos lo llaman metro ligero) pero en agosto tarda un huevo. Luego, cuando por fin pasa y llegas al transbordo con Cercanías Renfe (y después de haber pagado el billete de cercanías) miras el panel y lees que hasta dentro de 45mins. no pasa un tren que vaya al aeropuerto. Es justo ese el momento en que empiezas a darte cuenta de que el desayuno que te tomaste hace un rato no te va a sentar bien.

Con el ánimo de no fracasar antes de empezar, recalculas la ruta en metro y tras un par de transbordos en 35mins. por fin llegas a la T4. Vale estamos en tiempo. Pero aun así, pagar los 3€ de suplemento del metro por cabeza ya te pone de mala ostia.

Ya facturando, ante mi comentario de tranquila Susana que vamos bien de tiempo, el amable tipo del mostrador mira el reloj y dice "tenga en cuenta que se tarda algo más de 30mins. en llegar a la puerta de embarque". Los que conocéis la T4 ya sabéis que eso significa Terminal Satélite y para los que no lo conocéis básicamente que está a tomarpor...