Buscando muertos


La muerte. La muerte para los Toraja es algo muy serio. De hecho es lo MAS serio que les va a pasar en sus vidas. Aunque supongo que eso se puede aplicar a todo el mundo.

Cuando alguien muere, se monta el mejor funeral que se puedan permitir. Si la familia no monta uno acorde a lo que el difunto espera, su alma volverá a darles la lata y atormentarlos. Por ello, se pasan la vida ahorrando para ese momento.

Sin embargo, muchas veces no es suficiente y es muy habitual que la familia guarde al difunto durante el tiempo que sea necesario hasta que ahorre el dinero. Pueden ser meses o años, nos cuentan de casos de hasta 10 años. Guardan al difunto en su propia casa, en la mejor habitación, usando técnicas de embalsamamiento para que sea viable la convivencia. Le llevan comida todos los días, porque de hecho hasta que no se celebra el funeral el difunto no se considera que está muerto. Su alma vive en la casa y convive con la familia. Ay, ay... imagina que es tu suegra.

Pero ya hablaré de los funerales otro día, porque vamos a asistir a uno de ellos en breve. Hablemos de qué hacen con los cuerpos.

Hoy hemos estado visitando los antiguos lugares sagrados donde entierran a sus muertos. Y no se si enterrar es la palabra adecuada, porque lo que hacen es dejar los ataúdes al abrigo de las cuevas. Sin más. Los apilan, a veces unos encima de otros... y eso es lo que hemos ido a ver, los "cementerios".

Porque son visitables, previo pago claro. Están en abrigos naturales y cuevas. Tienen los ataúdes nuevos, más o menos protegidos mezclados con los antiguos, que datan según los últimos estudios de un porrón de años. Y se sabe que son un porrón, porque apenas queda nada de ellos. La mayor parte de los huesos están a la intemperie y a mano de cualquiera.

Así que entramos solos en una cueva con una pequeña linterna dejando atrás ataúdes y huesos, muchos huesos... giras en una bifurcación, otro ataúd, la cueva se estrecha, otro ataúd, la cueva se divide en tres caminos, más huesos, ramal de la derecha, tres ataúdes y es entonces cuando piensas si algún ataúd es de alguien que no consiguió salir de allí. Basta... tiempo de salir.

Costillas, vertebras y fémures en cantidades industriales, pero sobretodo calaveras. Calaveras dispuestas a lo largo del camino, que te miran, que te observan, que te dicen "los huesos que aquí estamos, a los tuyos esperamos".

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