Ya, ya, no es un título con mucho tirón y además te preguntarás ¿que carajo tiene que ver una cosa con la otra? pues nada, salvo que fueron las actividades del día... con diferente resultado debo decir.

Stand-up Paddle, o como lo llamamos en España, Paddle-surf. Si aún no sabes de qué
hablo, es ese "deporte" en el que la gente se sube a una tabla de surf con un remo largo, se pone de pié y rema. Si, parece un poco tonto el tema, pero como no lo había probado nunca y teníamos la mañana libre pues qué demonios, si no lo has probado no lo puedes poner a parir. Además, si lo hace tanta gente será que es fácil y divertido (argumento flojo, lo sé).

Tras buscar algún sitio donde alquilar la tabla y el remo, me pregunta el tipo:

- ¿Cuánto pesas?
- Noventa y más de tres - Pone los ojos en blanco y silva.
- Te daré la más grande - ¡pues mal empezamos!
- ¿Es tu primera vez? - yo pensaba que sería fácil, pero la pregunta ya me va dando pistas - entonces te daré unas cuantas indicaciones de seguridad...

Salgo remando de rodillas hasta una zona con profundidad suficiente como para que caerme no supusiera partirme la crisma contra un coral. Me subo según las indicaciones a la tabla y pronto descubro 3 cosas:

1) Si te dan una tabla pequeña para tu peso, en algunos momento se hunde, pareces Jesús andando sobre las aguas y la tabla inevitablemente vuelca.

2) Si hay más de 20-25kms/h de viento, deberías tirar la pala y pedir una vela. Aunque remes contra el viento, vas para atrás y tratar de girar es caída segura, es frustrante.

3) Si a consecuencia del viento se levantan olas, la actividad tiene más de surf que de paddle.

Si, ya lo habrás adivinado, me pasé la hora subiéndome a la tabla y cayendo de espaldas/lado/frente y volviéndome a subir... Pasada la hora estaba a unos 300mts al norte de donde empecé. Penoso... vamos, que daba pena.

Creo que le daré otra oportunidad (solo otra) a esto del paddle-surf en un entorno menos extremo... y ya veremos.

De todas formas esto solo fue una actividad para hacer tiempo mientras se hacía la hora de ¡mi clase de cocina indonesia! Me divertí, hablamos de cocina, nos echamos unas risas, experimentamos con las manos en la masa, aprendí sobre los distintos ingredientes que usan aquí y como no, a hacer algunos de los platos básicos de la cocina indonesia. En particular me quedo con uno delicioso del que no me canso de comer "curry amarillo de pollo/pescado". Esta delicioso.

Os dejo la receta para los cocinillas... ¡Que aproveche!

Ingredientes (para 2):
- Pollo/pescado en dados (según el que vayas a hacer).
- 1 ramita de lemongrass.
- 2 dientes de ajo.
- 1 cuarto de cebolla mediana.
- Si lo quieres picante: chili, guindilla o similar.
- 15g de azúcar moreno/de palma/normal.
- 1 cucharada de cúrcuma.
- 1 trocito de galangal (galang).
- 1 trocito de jengibre (si no tienes galangal pon el doble de jengibre).
- 1 nuez de macadamia.
- 1 cucharada de semilla de coriander.
- 150ml de leche de coco.
- 150ml de agua.
- Sal.
- Vegetales: media zanahoria, 2-3 judías verdes, un trocito de repollo y 2-3 hojas de espinaca.

Pasos:
1.- Limpia todos los ingredientes y quita las semillas de las guindillas si son frescas.
2.- Pon la cebolla, ajo, galangal, jengibre, cúrcuma, nuez de macadamia, chilli, azúcar y sal en la batidora de baso. Añade el agua y dale hasta tener una pasta fina.
3.- En la sartén con aceite, saltea el pollo con el lemongras machacado. Cuando esté marcado (blanco), añade los vegetales picados en juliana y saltea todo 4-5mins.
4.- Añade la pasta y saltea 2-3mins. Añade la leche de coco y en 3-4mins retíralo. Retira la ramita de lemongrass del curry. Se sirve con arroz blanco de acompañamiento.


La primera vez que haga un crucero, que sea como el que hicimos entre las islas de Flores y Lombok. Espera, esa frase es temporalmente imposible ¿no? Bueno es igual, el caso es que fue una gran experiencia. ¿Qué por qué? ven que te cuento...

La mayor parte de los mochileros que viajan a Flores, salen de Bali a Lombok y de ahí cogen un barco que les lleva a Flores. Allí bucean en el Parque Nacional de Komodo y los menos, se internan en la isla, camino del volcán Kelimutu. Nosotros no, nosotros al revés.

Tuvimos mucha suerte. Si alguna vez visitas las islas de Flores, Komodo y Lombok, hazte un favor: empieza por Flores. Hay múltiples razones, pero una de las más importantes es que los barcos entre Flores y Lombok van bastante menos llenos.

Nuestro barco era grande. Tenía 25mts de eslora y 6mts de manga. Para los que sois de interior como yo, me refiero respectivamente al largo y el ancho. Dos cubiertas, dos baños, tres camarotes privados, ducha común y bote auxiliar. Tripulación operativa 6 personas. Capacidad máxima de pasajeros del barco 45.

Numero de pasajeros en nuestro trayecto: 5

Más tripulación que pasajeros. Sobran las palabras.

Nuestros compañeros 3: 2 españoles y un checo. Del checo nadie en 3 días se aprendió su nombre. La otra pareja, unos tipos encantadores, Eloi y Espe. Eloi, ciudadano del mundo, un tipo libre, viviendo la vida como el resto no tenemos cojones de hacer. Espe, siempre dispuesta a tomarse otra Bintang contigo, dicharachera, divertida y gran conocedora de los bares de viejos en Madrid. Subieron al barco cargados con una caja de Bintang y con Arrak en las mochilas... no digo más.

Los tres días se sucedieron en un no parar de ver dragones de komodo, snorkeling, atardeceres increíbles, cielos estrellados de escándalo, más dragones, playa, snorkeling, pequeña erupción en la cima del volcán Sangeang Api, baño en cascadas, snorkeling persiguiendo mantas, delfines juguetones, música, Bintang, Arrak, bailes y fiesta con nuestros amigos y la tripulación (tengo a la mitad en mi facebook) y largas conversaciones mirando al horizonte.

En bañador y descalzos, dormíamos tirados sobre colchonetas en la cubierta, con la brisa soplando en la cara, viendo las estrellas, comiendo lo que nos pusieran y disfrutando de la vida, porque las comodidades, amigos míos, no son las que hacen los viajes interesantes, son las experiencias.

Lección de vida.

Otra mañana en Flores, otra carretera y otra moto. La vida sigue dentro de la normalidad.

Estamos en Riung. Es una ciudad que no tiene mucho que ofrecer, salvo dos cosas que la hacen un poco especial.

La primera son unos campos de arroz un tanto especiales. Nos cuesta un poco encontrarlos, casi nadie habla inglés, pero al final, tras mucho preguntar y algunas risas, los encontramos. Son muy curiosos y únicos en el mundo. Son terrazas que se asemejan a una tela de araña y que se unen en un punto central. Parece ser que tienen que ver con la forma de los tejados de las casas tradicionales, pero decir que tienen forma de tela de araña es más molón.

La segunda y más mundial si sabe, es el hallazgo en la zona hace un par de décadas, del conocido como "hombre de flores". Parece que hasta hace relativamente poco (en términos arqueológicos) en la isla vivía una especie de humano aislada tanto física como evolutivamente. Es decir, que no provenía de las mismas raíces que nosotros sino que se trata de otra rama evolutiva de homínidos. Se le conoce coloquialmente como "el hobbit" porque tenía poco más de 1m de altura y los pies grades... y se acababa de estrenar "El Señor de los Anillos" en el cine, que todo influye, claro.

El caso es que, será un hallazgo arquelológico del recopetín, pero no hay ni una triste indicación para llegar. Guiados por una sola referencia del nombre de la aldea cercana a la cueva del hallazgo, recorremos con la moto cerros, valles, aldeas y cuando estamos a punto de darnos por vencidos encontramos el inicio de un camino que, nos promete un paisano, nos llevará a Liang Bua.

Tras 5kms de largo descenso de 600mts de desnivel (cuesta infinita), recibimos el cariño de la gente. Pocos turistas van por allí. Nos cruzamos con 200 niños que volvían del colegio, no exagero, debe haber 5 por cada adulto que nos cruzamos. Todas las edades entre 8 y 12. Se vuelven literalmente locos, nos rodean, chillan, me chocan las manos, se me cuelgan de los brazos, pellizcos, de todo... "¡Bule! ¡Bule!" pensamos que es un saludo local, luego descubrimos que significa "hombre blanco"... así están las cosas.

Llegamos a la cueva, está cerrada con alambre de espino, pero de la nada aparece el encargado del museo y por un módico precio la abre y nos la enseña. Durante más de una década, un equipo internacional, viene 2 meses al año a escavar en la cueva y se ven señales de la actividad.

Vista la cueva, pasamos al mini-museo. Ahí se destapa la farsa... ¡El hombre de flores es una mujer! ¡La mujer de flores! "Flo", para más señas. Florita (imagino) para los amigos.

Hace calor... arrastramos nuestros culos cuesta arriba mientras pensamos en la historia de Flo.

¡Bule! ¡Bule!



El día en Bajawa empezó como muchos otros días en Indonesia. Diana a las 7:30, desayuno a las 8:00 y alquilar una moto a las 8:30. A las 9:00 volábamos a unos increíbles 50Kms/h en nuestro mierdiscooter en busca de los poblados Ngada de la zona. La carretera, y me refiero a los momentos en los que la había, estaba llena de agujeros. Curvas infinitas y pendientes vertiginosas, pero sea como fuere nos las apañamos para llegar a Bena.

Bena es el poblado Ngada más popular para visitar y la verdad es que la arquitectura de sus casas tradicionales, de madera y con techo de fibra de palmera, así como la disposición del poblado es alucinante. En las casas la gente está a sus quehaceres pero te saludan con alegría. Los niños a tope con el saludo nacional (ver entrada de Sulawesi "Hello Mister!") y los adultos como si fuera un honor que les visitases. Esta gente es encantadora.

Visitamos otro pueblo más remoto llamado Gurusina, donde fuimos los únicos turistas en llegar. Normal, la carretera hasta allí, brillaba por su ausencia y los últimos 2km eran una pista en obras de tierra en muy, pero que muy mal estado. Bajamos con algún derrapaje que otro pero mereció la pena disfrutar del poblado para nosotros solos. Nos trataron mejor si cabe.

Después, en un alarde de temeridad, condujimos casi 2h para ir a unas aguas termales que por ser domingo, estaban hasta la bola de locales. Destacábamos como una láser en la oscuridad. Hay que tener en cuenta que Indonesia es mayormente un país islámico, así que la gente se baña vestida. Por no haber no había ni vestuarios propiamente dichos. Susana prefirió no escandalizarlos con su bikini, pero yo me busqué un recoveco para cambiarme donde me vieran el culo lo menos posible y me di un baño en las surgencias termales. Muy gracioso bañarse con la gente, ellos se descojonaban del guiri y yo me descojonaba de ellos. Todos descojonados, todos felices.

Ya de vuelta en Bajawa, cometimos un error. Salimos a cenar y nos apretamos la cena más abundante desde que estamos aquí, regado con 2 botellas grandes de Bintang que viene a ser casi 1,5l de cerveza. ¿Que por qué fue un error? Pues porque a la que volvíamos entripados y un poco achispados, el dueño de nuestra pensión insistió en que nos uniéramos a una fiesta cercana de su familia. ¡Una fiesta! ¿Quién dice que no a una fiesta?

Cuando llegamos, había como 100 personas, la música a todo trapo, comida como si fuera una boda y barra libre de cerveza y Arrak (típico licor destilado muy potente). Nos llevaron ante Marcelino, un rastafari vestido de traje y camisa solapona que resultó ser el padre de Wenn, la criatura que hacía la primera comunión y motivo de la celebración. Al pobre Wenn, lo tenían encerrado en una habitación, vestido con un traje que le quedaba 3 tallas grande y recibiendo las felicitaciones (y los regalos) de los que llegaban.

Tras cumplir todo el protocolo, nos incitaron a comer y a beber como si no hubiera un mañana... comed, bebed, comed, bebed y cuando mirabas para otro lado, te llenaban el baso, ¡uf! luego llegó el desmadre del baile... lo pasamos muy bien... hicimos amigos... ¿he dicho ya que esta gente es encantadora? solo un pero... no debimos beber tanto Arrak.





- A ver, recapitulemos. Hay que estar en la carretera a las 4:30AM, iremos en la furgoneta de tu hermano y vendrán otros dos turistas. ¿Es correcto Ohan?

Ohan era el espabiladete que nos captó en el autobús y nos llevó a la casa de sus supuestos padres (que ni de coña eran) en un alojamiento básico y destartalado aunque limpio.

- Si, si, todo correcto. Llamaré a vuestra puerta mañana a esa hora, porque sois mis clientes y yo cuido a mis clientes, por mis clientes ¡¡maaaato!!, pero tenéis que pagar el transporte por adelantado. Es por la reserva, ya sabes...

No nos fiamos ni un pelo, pero bueno, le hemos bajado el precio de la habitación, le hemos dicho nones a que nos haga de guía y hemos renegociado el precio del transporte así que le doy cuartelillo y al menos le concedo eso.

Son las 4:00 y el puto despertador no hace más que recordarlo insistentemente hasta que le hacemos caso. Nos preparamos tan rápido como podemos y mientras vamos royendo una barrita energética, llegamos al lugar acordado.

La noche tiene un cielo sobrecogedor, estrellas a millardos. Y es lo único que hay que ver, porque en la carretera no hay ni dios. Con un increscendo mosqueo, esperamos junto a la furgoneta hasta que aparece Ohan. Se iba tambaleando y era un zombi dormido. El inglés fluido del día anterior no le sale y farfulla algo de un problema, de que su hermano no puede llevarnos y que nos lleva él. Los otros turistas ni están ni se les espera.

Despierta a un chaval que estaba durmiendo dentro de la furgoneta al que no habíamos visto y tras varios titubeos arranca el motor. Se le cala 3 veces y solo desaparcarla fue una odisea. Preocupa un poco que se quede sopa conduciendo. El caso es que por fin la furgoneta sale a la carretera y se enfrenta a las cuestas infinitas. Es una subida de 1h por curvas y más curvas hasta que, al filo del alba, llegamos a la cima.

Dejamos atrás a Ohan y echamos a andar entre la niebla. Tras un rato llegamos a una barandilla y miramos en su interior. La niebla se lo ha tragado todo.

Seguimos subiendo y llegamos a la parte más alta. Más barandillas. Hace frío y un viento que muerde. Parece que somos los últimos y un pequeño ejécito de turistas helados nos aguarda. Nos alegramos de haber llegado tarde en esta ocasión.

- ¿Ves algo?
- Mas niebla que en una TV de los 70.

Tenemos que esperar algo más de 1h y media, pero al final la niebla abre de golpe sobre los cráteres del volcán Kelimutu. Los tres lagos de la cima se extienden a nuestros pies, cada uno de un color, cada uno con una historia. El cálido Tiwu Nuwa Muri Koo Fal (lago turquesa) es donde las almas de los jóvenes descansan, el frío Tiwu Ata Polo (lago marrón o lago rojo, aunque en esta ocasión también era turquesa), donde descansan las de los ancianos, y finalmente el Tiwi Ata Mbupu (lago negro) que es donde las almas de los perversos cumplen condena.

La vista es flipante y la espera ha merecido la pena. El agua parece titanlux y los colores son rabiosos. Cuando llevamos varios gigas de fotos iguales, decidimos emprender a patita el camino de vuelta. 9,5kms y 920mts de desnivel.

Mis rodillas van chillando, las ignoro. Los cantos de los pájaros nos acompañan mientras empezamos a pensar que lo de arriba solo fue un sueño. Si no fuera por las fotos...

Cuando uno lo pierde todo, se queda en pelotas. Esto, que es una obviedad, casi nos pasó el otro día... pero recapitulemos.

Cargados con nuestras mochilas y más dispositivos electrónicos que nunca, nos embarcamos en una nueva aventura vacacional. El destino: Indonesia. Sí, Indonesia otra vez, pero esta vez recorreremos las islas de Flores, Komodo y Lombok. Buceo, cultura y dragones.

Tras un apretadísimo trasnfer en el aeropuerto de Dubai, llevando 4h de vuelo destino Bali, se nos acerca una azafata. Pero no era una cualquiera, sino "el puto amo" de las azafatas, la sobrecargo, tema serio. Le dice a Susana que su equipaje no va en el avión, pero que tranquila porque llegará 16h más tarde que nosotros en otro vuelo. Debe rellenar un papel con sus datos e indicar claramente donde se aloja en Bali para enviar el equipaje.

El primer problema es que solo pensábamos estar en Bali 12h. Ya teníamos comprados los billetes (de otra compañía claro) para saltar a Maumere (isla de Flores), pero tampoco pensábamos dormir allí sino en un pueblecito de montaña llamado Moni a tomarporculo de Maumere y ni siquiera teníamos reserva de hotel para poder decir dónde.

Segundo problema. Además de todas las pertenencias de Susana y alguna que otra cosa valiosa como los prismáticos, su mochila contenía lentillas para todo el mes. Si eres un topete miope y buceas, las lentillas se convierten en algo casi tan vital como el aire de la botella.

Total, que ante el riesgo de que el equipaje no nos siguiera tan lejos como íbamos, o que se perdiera por el camino, o tardara 4 o 5 días y a Susana le diese una apoplejía, decidimos retrasar nuestro billete y reclamar a la compañía.

Algo de dinero nos dieron, aunque no cubría ni la mitad de los gastos de cancelación. Eso si, la primera noche en Bali, Susana no estuvo en pelotas porque la compensaron con un estupendo neceser de hombre que además de los aperos para afeitarse, contenía un pijama XL. Estaba arrebatadora ;-)

Hemos estado 2 días en Bali, que son 2 días más de los que pensábamos estar aquí, pero tampoco han estado tan mal y oye al final recuperamos el equipaje. Más o menos un final feliz.

Corría el año 97, se pagaba en pesetas, nadie tenia móviles (ya no digo smartphones), los GPS eran artefactos que solo salían en las películas militares americanas, el sistema de navegación se llamaba "mapa" y yo tenía un Renault5 con la calefacción averiada (siempre encendida). También quiero señalar algo, que es fácilmente deducible y totalmente irrelevante, pero que recuerdo con cierta nostalgia, tenía pelo (en la cabeza).

Sus y yo estábamos de vacaciones recorriendo Andalucía en Agosto. ¿Ya he dicho que la calefacción del coche no se podía apagar? ¡fue épico! Nos encontrábamos casi al final del viaje y nos restaba la tan desconocida por entonces para nosotros Almería.

Debo reconocer que el primer contacto con el Cabo de Gata no fue un flechazo. Circunstancias tontas como dormir dentro del coche en un aparcamiento de tierra no ayudaron y quedó atrás sin pena ni gloria. A veces el flechazo llega a la segunda.

El caso es que entre el Cabo de Gata y Cartagena, hicimos noche en una cala. Una cala preciosa. Una cala bonita. Y es que así rezaba el cartelito pintado a brochazos en el borde de la carretera por donde se despeñaba un camino de tierra. La pendiente de acojonar.

Cala Bonita tenía un acceso difícil y escondido. Era pequeña y rodeada de acantilados. Dividida en dos playitas por una enorme rocalla con dos arcos naturales que permitían pasar de la una a la otra. Como característica única, cerca de su acceso a pie salía un túnel de unos 20mts de longitud practicado en la roca (imagino que por el hombre) y que llegaba hasta el acantilado 4-5mts sobre el mar. Esa cala fue el lugar más bonito de del viaje.



Muchas veces he preguntado a los que son de la zona de Almería por la "cala bonita" y nunca nadie supo darme explicación alguna. Se que no lo he soñado, tengo una foto (analógica) que lo demuestra. Así que ya en mi anterior viaje en moto traté de localizarla sin éxito. Tenía poco tiempo, tenia mucha prisa.

Pero volvamos al 2017. Equipado con GPS, Smartphone, mapas satélitales y lo más importante, tiempo... esta vez si, no fue fácil pero esta vez la encontré. Ya no había cartel, ninguno de hecho y la entrada al camino había cambiado, pero por lo demás estaba igual. Encontré en las cercanías un alojamiento+cama grande+wifi+desayuno por 20€ (juro que es verdad) y al día siguiente volví.



Me bañé en bolas en sus aguas y disfruté del sol durante las 3-4 horas que pasé allí, sin ver a nadie, sintiéndome remoto, aislado y con el convencimiento de que otra vez, volvía a estar en el sitio más bonito del viaje.

De camino a Valencia, me alojé en Requena. Carteles de bodegas por todos lados. "Tierra de vino" me dice un amigo. "Ne dejes de probar sus caldos" me dice otro. Vale, lo he pillado.

Mi alojamiento estaba a las afueras y llegué tan tarde y helado de frío que me costó mas de una hora volver a entrar en calor. Total que por no coger la moto y volver a helarme, me quede en la cafetería del alojamiento.

El menú que me sirvieron de cena para olvidar, ni lo voy a detallar, pero me clavaron 11€ y el vino era... para olvidar también. Una frasca de tinto a granel y refrigerado... era un fighter wine. En fin, me quede sin probar el vino (decente) de Requena/Utiel. Que mala suerte.

Al día siguiente, al abonar la cuenta, el amable regente del local me regala una botella de vino (quizás por mala conciencia). Igual no tienes sitio, me dice. Igual se lo hago, le respondo. El caso que es que acabé con una botella de "Sierra Salinas" tinto joven en el petate de la moto. Al final voy a probar el vino de la zona y me imagino degustándolo frente a un atardecer en los días que vienen. Que buena suerte.

Dos días más tarde, de mañana, habiendo recogido todo, hecho el equipaje y buscado el lugar de Gandía con mejores valoraciones para almorzar, salgo por la puerta. En una mano el petate de la ropa, en la otra la bolsa de dispositivos electrónicos y el casco. Me faltan manos. Para cerrar la puerta suelto el petate. Oigo un ruido entre "clonk" y "clash". El olor a vino lo inunda todo, charco rojo bajo el petate, se masca la tragedia... en cuestion de segundos toda mi ropa huele como el eructo de un borracho.

Lavar toda la ropa y esperar a que se secara me llevó 5 horas. Aproveche para almorzar claro y también para reflexionar sobre lo que había pasado...

No existe ni la mala ni la buena suerte, solo son cosas que te pasan. A las que te van bien las llamas buena suerte y las que te van mal, mala suerte... pero si lo piensas veras que solo son cosas que pasan. Lo que si existen, son buenas y malas decisiones.  Meter una botella de vino en el petate de la ropa es una mala decisión. Las malas decisiones atraen sobre nosotros enormes cantidades de mala suerte.


No hace ni un mes, fui de visita a Valencia, la tierra que ha adoptado a mi hermano (o al revés no se). El caso es que la noche que llegamos dice:

- Mañana no se desayuna, todo lo más un café, porque nos vamos de almuerzo.

No quise preguntar más, porque sabio conocedor de mis gustos, mi hermano no suele fallar. Intrigado, pero intuyendo el concepto, por lo que pudiera pasar afronté la mañana en ayunas.

Etimológicamente almuerzo viene del latín admordium que significa mordisco y de acuerdo con la wikipedia es el alimento que se toma después del desayuno.

Lo del almuerzo valenciano, no es un mordisco (a menos que tengas la boca de un tiburón ballena) y si has desayunado ya, del almuerzo olvídate. Un almuerzo aquí es una cosa seria del que "el bocadillo" es el ingrediente principal.

Ya, ya, pensarás ¿todo este rollo por un bocata? Pues si, pero es más que un bocata.

Tengo que decir que en Madrid, de donde vengo, el concepto bocadillo está muy devaluado. Un bocadillo es... es una comida de emergencia. Te comes un bocadillo si no hay otra cosa, o si vas a ir al campo. En Madrid, salvo el tradicional bocata de calamares de la Plaza Mayor poco más hay que añadir.

En Levante, el bocadillo ha sido elevado hasta unos niveles nunca imaginados por mí, en calidad, en cantidad pero sobre todo en variedad.



Por poner algunos ejemplos: pechuga de pollo, pimientos, lomo, bacon, calamar encebollado, sobrasada, chopitos, longaniza a la brasa, sepionet en salsa, tortillas variadas, cebolla pochada, queso manchego, albondigas y un largo etc. que no cabría en este blog, llenan los distintos (y enormes) panes que tuestan antes de servirte. Ali-oli al gusto oiga. Tu pide, que si lo tienen y cabe en el bocadillo, no hay límite. Riégalo con una cerveza y "ayúdale" con una ensalada o aceitunas y cacahuetes (aquí llamados cacaos).

¿Como te has quedado? ¿Bien o te tomarías un café para terminar? pues que sea un "café del tiempo" que es como aquí llaman al café con hielo (si, si, debe ser que tanto petardo les afectan).

Precio total 5-6€

Llevo dos días y no doy a basto. Para un viajero en moto, el almuerzo es la comida ideal, económica, jugosa, junta el desayuno y la comida y te deja el resto del día para disfrutar del camino. Para todo lo demás Mastercard.