Ha sido una tortura que duró una hora (a mi me pareció mucho más) pero había que probarlo...: el dichoso masaje thai!!! ;P
Vik llevaba esperando el momento masaje con emoción y creciente entusiasmo desde que estamos en Thailandia y, llegado el momento, con la excusa de su poca flexibilidad al muy guarro no le han hecho ni la mitad que a mi, que solo me había prestado para acompañarle. Y aun así no se libró.
La sala de masaje estaba en el tercer piso de un edificio, al que subimos por unas estrechas y oscuras escaleras. Al entrar (y luego al salir) nos enganchamos en la cortinilla de conchas naturales engarzadas en hilos blancos, que colgaban a media altura del dintel de la puerta.
Nos tumbamos en unas colchonetas en el suelo, uno al lado del otro y lo que parecían dos pequeñas y delicadas mujeres, pero que tenían en las manos la fuerza de un luchador de sumo, nos dieron los masajes: primero boca arriba, luego boca abajo, después sentados y finalmente recostados. No se dejaron nada.
No se trata precisamente de un masaje relajante de caricias y suaves amasamientos, sino mas bien estimulante de tirones, presiones, pinchazos y crujidos. La masajista a veces me hizo tanto daño, especialmente cuando me clavo los codos en las plantas de los pies y me tiró de los dedos hasta que me crujieron, que casi me daba la risa (por no gritar). Eso a Vik no se lo hicieron :(
Yo creo que tampoco le entrelazaron las manos detrás de la espalda y tiraron bruscamente hacia atrás hasta casi dislocarle los hombros...
Por cierto, tengo que preguntarle si le presionaron las piernas y la cadera en sentidos opuestos hasta dejarle sin respiración...
Cuando todo terminó y después de unos tés helados que nos dieron para reponernos, salimos del local muy dignos y derechos, con una sonrisa de oreja a oreja (y una lágrima temblorosa en el ojo que podría parecer de alegría y emoción...). Pero en cuanto doblamos la esquina nos abandonamos a los "huy mis gemelos!", "ay mi espalda!", "que daño cuando..." Y al desplazamiento renqueante, con una mano en los riñones y la otra en el muslo...
En fin, nos han dicho que los crujidos son un buen síntoma porque indica que se ha arreglado algo. Y no digo que no, pero salgo más dolorida de lo que entre.
Autora: Sus
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