El tren nos llevó a Phitsanulok, una tranquila ciudad a mitad de camino entre algún sitio y ninguna parte... osea entre Bangkok y Chiang Mai.
Yo comenzaba a lucir orgulloso esa barba que habitualmente puebla mi cara en nuestros viajes, cuando Susana empezó a compararme con las imberbes caritas de los turistas que venían directamente de Bangkok y que apenas hacia 12 horas que estaban en el país.
También, comparando mi poblada y descuidada barba con los tres pelos que gastan los locales por aquí... he de reconocer que yo en vez de un curtido y varonil macho ibérico, lo que parecía era un cerdete.
Mierda de comparaciones. :(
Lo que ya terminó de convencerme es que, con tanto calor y humedad, la barba del cuello me picaba horrores y además con las prisas al salir de Madrid no me había aplicado el corte de monje tibetano con el que acostumbro a iniciar los viajes.
¡Adaptación!
Tras buscar una barbería para hombres, me rechazaron con horror tres veces en peluquerías para mujeres y en una de hombres (esto último me dejó preocupado), pero a la quinta por fin encontré al que sería mi peluquero.
Tras los iniciales problemas de comunicación español-inglés-thailandés... (solo hablaba thai) consiguió un traductor que sabía contar hasta 1 y decir "cut" "short" "shave" "hair" y "very"... así que aplicando la combinatoria de palabras llegamos a que quería "1 shave y 1 cut hair very short".
Me subí a una butaca de barbero de las de toda la vida... tanto que yo creo que esa silla llevaba allí varias vidas y crujió un poco ante mi peso. Pero las apariencias engañan como descubrí mas tarde... tecnología punta oye...
Lo primero fué ponerse mascarilla... como no! parecía un cirujano.. mira que si con la tontería va y me opera de apendicitis...
Primero el pelo, me aplicó polvos de talco con una brocha, engrasó concienzudamente una oxidada máquina cortapelo y con un peine y una técnica impresionante, me dejó un corte de pelo a la moda del lugar: rapado por laterales y detrás y cortito por arriba. Hasta aquí la cosa iba bien.
Para el afeitado, comienza con la aplicación de una especie de gel verde por toda la cara. Este gel, como supuse, actuaba a modo de espuma suavizando el paso de la cuchilla... porque claro, el afeitado era a cuchilla, faltaría mas... desprecintó un paquete de cuchillas y puso una en la navaja de barbero.
La sensación de tener a un tipo totalmente echado encima de ti y con una cuchilla balanceándose por tu cuello ya la conocía de un viaje en India, así que esperé que demostrase la misma pericia con la navaja que con la máquina de cortar el pelo.
Creo que debido a los pelos, que gruesos como arboles, poblaban mi cara, se vió obligado a cambiar de cuchilla a mitad de afeitado, pero todo finalizó bien. O eso creía yo, que había acabado... porque tras pelarme la barba, me afeitó la cara... sí, sí, la cara, me afeitó hasta justo por debajo de los ojos, luego la frente, después la nariz y cuando pensé que la cosa había acabado, aún me afeitó las orejas por fuera y por dentro!!!!
Tras el afeitado "de cara" comenzó con la aplicación de varios productos que no alcancé a conocer (salvo uno azul que era aftershave, que picaba más que una avispa cabreada) y entonces empezó lo bueno: el servicio extra.
De repente, la viejita silla de barbero comenzó a vibrar!! y es que a la altura de los riñones tenia un sistema de masaje eléctrico que aunque no era la leche, no dejó de impresionarme por el empeño del peluquero de que la experiencia fuera globalmente satisfactoria.
De repente, me cogió por la cabeza y con unos bastoncillos me limpio la cera de las orejas... eso no me lo esperaba pero debo reconocer que fue extrañamente agradable.
Tras las orejas agarró unas tijeras más grandes que las de la costura de mi madre y sujetándome la cabeza empezó a cortarme los pelos de dentro de la nariz!!!
Por último, me plantó una toalla caliente con olor a Nenuco en la cara y me dio un masaje facial, capilar que acabó (como no) con un profundo frotamiento del interior de las orejas.
Todo el proceso duró aprox. una hora y lo más alucinante de todo fue el precio: 60BTH, que al cambio vienen a ser 1,20€.
Conclusiones:
- Entrar en una peluquería en Tailandia es toda una experiencia que recomiendo a todos.
- Por alguna razón que no alcanzo a entender, dan a las orejas una importancia que nosotros no alcanzamos ni a imaginar.
- No vuelvo a pagar 20€ a un peluquero en Madrid por una mierda de corte de pelo de 10mins.
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