Salimos de Ko Phi Phi en el ferri de las 9am camino de Krabi, duración 2 horas. Desde Krabi podríamos haber cogido un avión, pero decidimos de nuevo viajar en tren.

El tipo de la agencia de viajes en la que sacamos los billetes para la ciudad más cercana con tren (Surat Thani) nos decía: ¿por qué no vais en avión? ¡el tren a Bangkok son 12 horas! Nosotros contestábamos sonrientes: ¿quien tiene prisa? además, desde el tren se ve el paisaje y es más agradable y barato (y ecológico).

Vale, aclarado el medio, nos pusimos en camino en un minibus camino de Surat Thani que nos llevó otras 2 horas y media. Una vez en allí, fuimos conscientes de que la estación de tren estaba a 20kms de la ciudad, así que tras buscar la solución y cambiar de transporte un par de veces, acabamos en un bus local en el que destacábamos más que un cura en un burdel.

Ya en la estación, conseguimos unos billetes en coche cama para Bangkok, hora de salida 18:23, hora de llegada a las 06:30. Perfecto. Nos fuimos a dar una vuelta, comer algo, internet... y a la hora indicada allí estábamos como un clavo.

Vaya! el tren trae 30mins de retraso. Bueno, esperamos hasta las 19:00 y cuando ya pensamos que venía, le añaden otra hora de retraso. Pregunto al hombrecito de información... "train no work", bueno esperemos que lo arreglen pronto... pero a las 20:00 volvieron a cambiarlo por las 21:00... a las 21:00 lo cambiaron por las 22:00... a las 22:00 por las 22:30... cuando se acercaban las 22:30 el hombrecillo me dice "next train" con una sonrisa...

Total que nos subimos en el vagón 5 y buscamos nuestros números, y yo juraría que los había sacado de coche cama pero joder son asientos normales. Arranca el tren. Tras el cabreo inicial nos disponemos a dormir como sea. Ya estamos cogiendo el sueño cuando llega el revisor. Cuando ve los billetes veo que le dice algo a otro revisor que se ríe, y mientras mira muy serio nuestros billetes... me va a decir algo malo, lo se, lo veo en sus ojos, pero está pensando cómo decirlo: "este no es vuestro tren" dice por fin. Podéis cambiar al vuestro, que viene detrás, en una estación próxima.

Maldito hombrecillo, resultó que nuestro tren no era el "nex train" sino el "next-next train". En fin, nos bajamos en una estación oscura como la boca del lobo y el revisor nos indica que en 20 mins vendrá nuestro tren... se sube al vagón y nos quedamos solos en la estación.

Sensación de desamparo total, de noche y en la calle, ni un alma... pasan 20-30-40mins hasta que 50mins después, a eso de las 23:50, por fin aparece nuestro tren. Nos montamos y nuestras camitas estaban hechas y esperando... ni nos pidieron los billetes, nos esperaban... el revisor del otro tren debió avisarles... Tailandia funciona después de todo. :)

Nos quedamos dormidos enseguida, así que no sabemos cuánto anduvo el tren, pero debió ser poco porque cuando nos levantamos nos sorprendió lo silenciosa que había sido la noche. A las 08:00 se volvió a parar 2 horas, a las 12:30 se volvió a parar otra hora mas... luego perdí la cuenta de las paradas... dios que calvario...

Llegamos a Bangkok a las 18:30... 12 horas más tarde de lo previsto... en total el viaje duro 31 horas...

¿Y el CO2 que NO hemos liberado qué? ¡Y lo que hemos leído!

Llegamos a las islas, primero Ko Tao. Isla fiestera pero con un rollo chill-out y unos atardeceres espectaculares tumbados cerveza en mano.

Queriamos bucear. Hacia más de 2 años de la última inmersión así que no encontramos en toda la isla un dive center que nos permitiera bucear sin antes hacer un curso de refresco. En principio nos lo tomamos a mal porque parecía que era otra forma de ordeñar al turista, pero la verdad es que nos vino muy bien y se tiraron el rollo en el precio (solo nos costo 5€ al cambio) así que al final todos contentos. :)

Las inmersiones en Ko Tao, bien, sin más, pero nos sirvió para recordar rutinas.

Al llegar a la isla de Ko Phi Phi, debo reconocer que me decepcionó un poco. El turismo se ha descontrolado, demasiada fiesta y alcohol y señores, ¡no queda más sitio donde construir! Se están cargando ese paraíso... pero bueno, nosotros íbamos a bucear... y buceamos.

La visibilidad está lejos de ser los 30 mts que promete en temporada alta, pero bucear en Ko Phi Phi, ha sido todo un lujo.

Eso sí, para empezar tuvimos que levantarnos a las 6:30 para estar meados, cagados y desayunados a las 7:30, que era la hora de salida.

Mierda, ¡esta lloviendo!  pero según los del centro de buceo (Phi Phi Barakuda D.C.) la lluvia no afecta a la calidad de la inmersión una vez estás bajo el agua. Nos ha jodido, bajo el agua no, pero fuimos en una lancha rápida durante 35 mins pegando unos botes del demonio... a mitad de camino una chica monísima echo las entrañas por la borda. La pregunté con mi mejor sonrisa que cómo se encontraba y es entonces cuando debió preguntarse ¿osea que eran biodraminas eso que tomasteis antes de salir? ;-)

Bucear desde una lancha motora sobrecargada de equipo y de gente es un horror por otras razones logísticas que no me extenderé contando en este momento. El caso es que tuvimos que esperar flotando como garbanzos en el agua durante más tiempo del necesario con olas de metro y medio, viento y lluvia... que sí, que sí... que bajo el agua no molesta, que ya...

Durante esta primera inmersión nos sacamos una certificación para poder bucear en cualquier centro de buceo PADI hasta 30mts en vez de 20mts que era nuestro limite legal. Bajamos a ver un naufragio de un ferri y la verdad es que la visibilidad era entre mala y malísima, pero "se intuían" los enormes bancos de peces que nos rodeaban y la vida que allí había.

Subimos a la lancha. La chica vuelve a vomitar.

La segunda fue mucho mejor, tanto la visibilidad como la fauna marina. Primero saludamos a una simpática tortuga que tras darnos los buenos días se fue tranquilamente. Luego estuvimos nadando sobre tiburones cebra de metro y medio. Estaban plácidamente posados en el fondo y te podías acercar muchísimo. De hecho la dive master que llevaba una cámara digital me hizo señas para que me acercara más y más y cuando me di cuenta, estaba a menos de dos palmos del bicho!!! Me sacó la foto y espero que me la envíe para ponerla en este blog. Fue alucinante!

Subimos a la lancha. La chica volvió a vomitar. Que mal lo pasó... y es que es imposible mantener el glamour mareado y vomitando.

La tercera fue la mejor, con una visibilidad de unos 15 mts y una cantidad de vida indecente.
Volvimos a ver tiburones, pero esta vez eran de aleta de punta negra. Nosotros flotábamos a unos 12 mts y ellos aparecían de repente, giraban a nuestro alrededor a una velocidad de vértigo y desaparecían en la profundidad.

Para todos los aprensivos diré que tiburón no es sinónimo de peligro (cuanto daño ha hecho Hollywood), igual que no todos los perros muerden. Ninguno de estos escualos eran agresivos y el hombre no es presa para ellos. Claro que tampoco es plan de meterles la mano en la boca a ver si muerden. A decir verdad, tampoco metería la mano en la boca de un caballo.

Hicimos 5 inmersiones en esta isla y por fin nos hemos quitado el mono de buceo que teníamos desde hacía 2 años que fue la última vez que buceamos.

Y recuerda, por mucho que viajes, por mucho que escales, por rápido que vayas o por alto que vueles, si quieres ver el 70% del planeta tendrás que sumergirte.


Llegados a este punto del viaje, queríamos hacer sedentarismo durante 2 o 3 días por los pueblos que viven en la montaña y que pertenecen a diferentes etnias. Por nuestra cuenta parecía imposible, así que estuvimos mirando las opciones que nos ofrecían las agencias de Chiang Mai. 

Al final nos decantamos por un solo día de multi-aventura, pues los viajes de mas días incluían las mismas actividades pero con una duración mayor cada una y demasiado tiempo ''muerto'' o llenado con actividades turísticas como bailes regionales... No nos pareció interesante.

Esto es lo que contratamos: visita a vivero de orquídeas, trekking (1 hora), safari en elefante (1 hora), rafting sobre bambú (20 minutos), rafting en aguas blancas (1 hora),  visita a una de las tribus de la zona, de nuevo treking y finalmente chapuzón en una cascada (ah y la comida incluida). Suena completo ¿no?

La furgoneta nos recogió a las 8:30 en nuestro alojamiento. La primera parada fue en el vivero de orquídeas, donde también había un mariposario hecho con vegetación en el que podías pasear entre mariposas y contemplarlas de cerca. No había muchas y las que vimos tenían las alas un poco estropeadas, excepto una que había salido del capullo hacia poco y todavía se estaba haciendo a la idea. Muy colorida de alas y cuerpo viscoso pero sabroso, era del tamaño de la mano de Vik.

La siguiente actividad fue el trekking: supuestamente de 1 hora, duró unos 20 minutos por un camino rural entre cultivos y sin ningún desnivel ni mayor interés. "Agotador", por el sol que caía a plomo. Cumplido el objetivo de estirar un poco las piernas, subimos de nuevo en la furgo que nos dejo en el campamento de elefantes.

El safari en elefante fue un paseo sobre tres metros de animal y a paso de solemnidad. Nos juntamos tres elefantes, un macho y dos hembras, una de ellas con un bebe elefante, que también nos acompaño. 

Lo mas interesante del ''safari'' fue observar a nuestros elefantes, como aprovechaban cada riachuelo por los que pasábamos para refrescarse un poco, con el peligro por nuestra parte de recibir una ducha embarrada y puede que con algún moco de elefante :) (en esos momentos yo guardaba la cámara rápidamente). 

También iban rastreando el suelo con las trompas y recogiendo todo aquello que les iba interesando. Era como si llevaran unos aperitivos bajo el brazo para írselos comiendo durante el paseo. De vez en cuando alguno cogía un palo del suelo con la trompa y se rascaba una pata con el. Es alucinante la ductilidad de esas trompas.

Lo más bonito fue cuando terminamos el paseo y, pie en tierra, pudimos acercarnos a ellos, tocarlos y fotografiarlos a gusto. En una de estas, Vik que estaba agachado en el suelo, abrió los brazos hacia el bebé elefante, en plan broma... Al elefantito le hizo gracia el gesto y se fue directo a sus brazos. Aprovechando la coyuntura del gran abrazo de Vik, el bebé decidió jugar a sumo, juntó su frente con la de Vik y empezó a empujar, a lo que Vik tuvo que responder compensando la presión para no perder el equilibrio, pero con las de perder más pronto que temprano...

Antes de seguir, hay que hacer un inciso... no hay que dejarse engañar por las palabras "bebe elefante"... el paquidermito pesaba, según sus cuidadores, unos 250kg...

Resultado del combate: en 10 segundos victoria aplastante (nunca mejor dicho) del elefantito. Como Vik se retiró derrotado y había cerca otra turista a su altura (osea yo, agachada y haciendo fotos como una descosida), decidió seguir el combate con ella, momento en que intervinieron las fuerzas vivas de la autoridad (osea los cuidadores), antes de que la cámara fuera aplastada y su dueña con ella. ;-)

A partir de aquí, la cosa fue de risa... según "la organización" el río traía demasiada agua para el bambú rafting, así que lo sustituyeron por un vertiginoso paseo de 400mts por la carretera en carreta de bueyes.

Después de tan emocionante actividad, pasamos a visitar "el poblado" de una etnia local. 3 casas de las cuales 2 eran tiendas de artesanía y la otra era una vivienda de una sola estancia con un señor sentado en medio haciendo alguna cosa personal. Invadimos esa intimidad 5 personas que nos quedamos bastante cortadas al ver la situación y nos faltó tiempo para volver a la furgo a que nos llevaran a cualquier otra cosa que tocase a continuación. Triste, la verdad.

Pero aún quedaba el Rafting de aguas blancas, así que aguantamos el tirón y nos encaminamos río arriba. La verdad es que fue bastante intenso.... los primeros 100mts, a partir de ahí, río en calma con cortos momentos de movimiento y cuando parecía que empezaba lo bueno otra vez, "el capitándecidió que era muy peligroso, así que descalzos por la carretera, nos saltamos andando los rápidos mas divertidos.

De ahí a "la cascada" que en fin, de natural tenía lo mismo que un Lacasito. Al menos nos dimos un baño fresquito.

Cuando creíamos que por fin nos íbamos a casita, tuvimos que hacer una parada relámpago en el poblado de las mujeres jirafa, porque uno de los guiris que iba con nosotros había pagado por verlas... Mientras el turista entró a ver el espectáculo, al resto para entretenernos nos dijeron "allí hay un mono, podéis ir a hacerle fotos". Nadie le hizo una foto al mono.

Confirmado... un solo día de "aventura" fue más que suficiente.



Ha sido una tortura que duró una hora (a mi me pareció mucho más) pero había que probarlo...: el dichoso masaje thai!!! ;P

Vik llevaba esperando el momento masaje con emoción y creciente entusiasmo desde que estamos en Thailandia y, llegado el momento, con la excusa de su poca flexibilidad al muy guarro no le han hecho ni la mitad que a mi, que solo me había prestado para acompañarle. Y aun así no se libró.

La sala de masaje estaba en el tercer piso de un edificio, al que subimos por unas estrechas y oscuras escaleras. Al entrar (y luego al salir) nos enganchamos en la cortinilla de conchas naturales engarzadas en hilos blancos, que colgaban a media altura del dintel de la puerta.

Nos tumbamos en unas colchonetas en el suelo, uno al lado del otro y lo que parecían dos pequeñas y delicadas mujeres, pero que tenían en las manos la fuerza de un luchador de sumo, nos dieron los masajes: primero boca arriba, luego boca abajo, después sentados y finalmente recostados. No se dejaron nada.

No se trata precisamente de un masaje relajante de caricias y suaves amasamientos, sino mas bien estimulante de tirones, presiones, pinchazos y crujidos. La masajista a veces me hizo tanto daño, especialmente cuando me clavo los codos en las plantas de los pies y me tiró de los dedos hasta que me crujieron, que casi me daba la risa (por no gritar). Eso a Vik no se lo hicieron :(

Yo creo que tampoco le entrelazaron las manos detrás de la espalda y tiraron bruscamente hacia atrás hasta casi dislocarle los hombros... 

Por cierto, tengo que preguntarle si le presionaron las piernas y la cadera en sentidos opuestos hasta dejarle sin respiración...

Cuando todo terminó y después de unos tés helados que nos dieron para reponernos, salimos del local muy dignos y derechos, con una sonrisa de oreja a oreja (y una lágrima temblorosa en el ojo que podría parecer de alegría y emoción...). Pero en cuanto doblamos la esquina nos abandonamos a los "huy mis gemelos!", "ay mi espalda!", "que daño cuando..." Y al desplazamiento renqueante, con una mano en los riñones y la otra en el muslo...

En fin, nos han dicho que los crujidos son un buen síntoma porque indica que se ha arreglado algo. Y no digo que no, pero salgo más dolorida de lo que entre.

Autora: Sus

El tren nos llevó a Phitsanulok, una tranquila ciudad a mitad de camino entre algún sitio y ninguna parte... osea entre Bangkok y Chiang Mai.

Yo comenzaba a lucir orgulloso esa barba que habitualmente puebla mi cara en nuestros viajes, cuando Susana empezó a compararme con las imberbes caritas de los turistas que venían directamente de Bangkok y que apenas hacia 12 horas que estaban en el país.

También, comparando mi poblada y descuidada barba con los tres pelos que gastan los locales por aquí... he de reconocer que yo en vez de un curtido y varonil macho ibérico, lo que parecía era un cerdete.

Mierda de comparaciones. :(

Lo que ya terminó de convencerme es que, con tanto calor y humedad, la barba del cuello me picaba horrores y además con las prisas al salir de Madrid no me había aplicado el corte de monje tibetano con el que acostumbro a iniciar los viajes.

¡Adaptación!

Tras buscar una barbería para hombres, me rechazaron con horror tres veces en peluquerías para mujeres y en una de hombres (esto último me dejó preocupado), pero a la quinta por fin encontré al que sería mi peluquero.

Tras los iniciales problemas de comunicación español-inglés-thailandés... (solo hablaba thai) consiguió un traductor que sabía contar hasta 1 y decir "cut" "short" "shave" "hair" y "very"... así que aplicando la combinatoria de palabras llegamos a que quería "1 shave y 1 cut hair very short".

Me subí a una butaca de barbero de las de toda la vida... tanto que yo creo que esa silla llevaba allí varias vidas y crujió un poco ante mi peso. Pero las apariencias engañan como descubrí mas tarde... tecnología punta oye...

Lo primero fué ponerse mascarilla... como no! parecía un cirujano.. mira que si con la tontería va y me opera de apendicitis...

Primero el pelo, me aplicó polvos de talco con una brocha, engrasó concienzudamente una oxidada máquina cortapelo y con un peine y una técnica impresionante, me dejó un corte de pelo a la moda del lugar: rapado por laterales y detrás y cortito por arriba. Hasta aquí la cosa iba bien.

Para el afeitado, comienza con la aplicación de una especie de gel verde por toda la cara. Este gel, como supuse, actuaba a modo de espuma suavizando el paso de la cuchilla... porque claro, el afeitado era a cuchilla, faltaría mas... desprecintó un paquete de cuchillas y puso una en la navaja de barbero.

La sensación de tener a un tipo totalmente echado encima de ti y con una cuchilla balanceándose por tu cuello ya la conocía de un viaje en India, así que esperé que demostrase la misma pericia con la navaja que con la máquina de cortar el pelo.

Creo que debido a los pelos, que gruesos como arboles, poblaban mi cara, se vió obligado a cambiar de cuchilla a mitad de afeitado, pero todo finalizó bien. O eso creía yo, que había acabado... porque tras pelarme la barba, me afeitó la cara... sí, sí, la cara, me afeitó hasta justo por debajo de los ojos, luego la frente, después la nariz y cuando pensé que la cosa había acabado, aún me afeitó las orejas por fuera y por dentro!!!!

Tras el afeitado "de cara" comenzó con la aplicación de varios productos que no alcancé a conocer (salvo uno azul que era aftershave, que picaba más que una avispa cabreada) y entonces empezó lo bueno: el servicio extra.

De repente, la viejita silla de barbero comenzó a vibrar!! y es que a la altura de los riñones tenia un sistema de masaje eléctrico que aunque no era la leche, no dejó de impresionarme por el empeño del peluquero de que la experiencia fuera globalmente satisfactoria.

De repente, me cogió por la cabeza y con unos bastoncillos me limpio la cera de las orejas... eso no me lo esperaba pero debo reconocer que fue extrañamente agradable.

Tras las orejas agarró unas tijeras más grandes que las de la costura de mi madre y sujetándome la cabeza empezó a cortarme los pelos de dentro de la nariz!!!

Por último, me plantó una toalla caliente con olor a Nenuco en la cara y me dio un masaje facial, capilar que acabó (como no) con un profundo frotamiento del interior de las orejas.

Todo el proceso duró aprox. una hora y lo más alucinante de todo fue el precio: 60BTH, que al cambio vienen a ser 1,20€.

Conclusiones:
- Entrar en una peluquería en Tailandia es toda una experiencia que recomiendo a todos.
- Por alguna razón que no alcanzo a entender, dan a las orejas una importancia que nosotros no alcanzamos ni a imaginar.
- No vuelvo a pagar 20€ a un peluquero en Madrid por una mierda de corte de pelo de 10mins.


La primera frase que escuché por la mañana fue: "ayer por la noche había una sanguijuela trepando por el Permetrin... La rocié con Relec y la dejé seca". Pensé que estaba de coña, pero cuando entré en el baño, allí estaba...

Había trepado por el frasco de Permetrin que es el insecticida para ropa con el que había rociado minuciosamente los calcetines para el trekking del día siguiente que además, estaban sobre el lavabo... 

Ya habíamos leído que en época de lluvias había muchos de estos bichos repelentes en el suelo del bosque, pero nunca imaginé que llegarían a ser tan intrépidas de entrar hasta nuestro baño. Y no fue la única. Encontré otra arrastrándose por las baldosas del suelo :(

En fin, después de este primer encontronazo la cosa no fué para tanto.  Nada que ver con lo que vivimos en Borneo. Aquel suelo palpitaba...:O.

El PN de Khao Yai es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, al parecer uno de las mejores reservas del mundo, donde todavía viven unos 250 elefantes en libertad. Teníamos la esperanza de ver alguno pero es muy difícil. Sí vimos sus huellas en la hierba y en el barro donde van a surtirse de las sales minerales que necesitan.

Eso sí, elefantes no vimos, pero mariposas había chorrocientas, a cual más bonita, y gibones de mano blanca, que son unos monitos con cara de osito que emiten un coro de aullidos de lo más melódicos. También vimos pequeños ciervos de pelaje rojo muy confiados que se acercaban a las cabañas sin demasiadas tensiones (vamos que querían comida), y algún bichillo mas.

Nos hubiera gustado quedarnos otro día, pero el parque no está preparado para hacer excursiones si no tienes vehículo propio. Hay varias rutas pero no están bien señalizadas y están lejos de la cabaña donde estamos alojados, así que tenemos que buscarnos la vida para movernos por allí, y no es nada fácil.

Hoy estamos en Loup Buri y mañana dios (esto...Buda) dirá. Continuamos ruta hacia el norte.


Ayer llegamos a Ayutthaya, la antigua-antigua-antigua capital de Thailandia. Tan antigua es, que lo tienen todo tirado por los suelos, pero con ese encanto de decorado de película de Indiana Jones que mola... lo que no mola es que te cobran por todo. :(

Nos alojamos en una de las mejores Guest House dentro del rango del alojamiento barato de la Lonely Planet, osea tirando a cutre, pero la habitación tenía buena pinta y sobretodo limpia, con baño privado, agua caliente (quien la necesita si la temperatura ambiente es de 36ºC y el agua del grifo sale a 40) y un flamante aire acondicionado que prometía hacernos pasar una noche fresca y reponedora. Tony's Place era el lugar.

Era ya de noche y estábamos probando las bondades de la cerveza Chang cuando literalmente se abrieron los cielos, prácticamente dejó de verse el otro lado de la calle y los sapos salieron a cantar: miraban un rato la lluvia y otro rato a nosotros...

Una hora después la cosa seguía y puesto que cerraban el bar de la pensión, decidimos irnos a dormir para madrugar al día siguiente (ojo que sólo eran las 22:30, aquí se recogen muy pronto). Cuando llegamos a la habitación, en el baño directamente el agua caía del techo como si todo él fuera una ducha, y en la habitación había un gran charco bajo la cama que venía de una pared que parecía una preciosa cascada Zen.

Con la inconsciencia que da la cervezas y la tranquilidad de que el agua no duele, separamos la cama de la pared que chorreaba, subimos nuestras pertenencias por encima del nivel del suelo y nos fuimos a dormir...

Estábamos en el séptimo sueño a eso de la 1:30 cuando de repente recibo un fuerte golpe en un brazo, se oye un estruendo y de repente comienza a caer un chorro de agua sobre mi pecho... -Joder- me levanto más dormido que despierto y a oscuras busco la luz mientras voy dando con el pie a pequeños trozos de algo desconocido. Cuando logro encender la luz la situación es la siguiente: la lámpara del techo se ha caído, ha rebotado contra mi brazo y se ha hecho añicos contra el suelo, lo que pateaba con mis descalzos pies eran los cristales y por el cable pelado que cuelga sobre la cama cae un chorro de agua que esta empapando todo.

Tras mover la cama otra vez (joder como pesaba), revisar que (milagrosamente) no tenía ningún corte en los pies y que todo parecía bajo control dentro del caos, bajé a buscar a alguien. Cuando por fin encuentro a un grupo del personal del hotel, me dirijo a ellos y tratando de aparentar calma les digo "Hey guys, It's raining in our room...". Me miraron con cara de "y a mi que me cuentas, no molestes porque tienes una goterita". Cuando vinieron a la habitación casi se caen de culo, pidieron mil disculpas, doblaron la espalda con cada disculpa y nos trasladaron a otra habitación...

Espero que hoy la noche sea más tranquila, pero está lloviendo fuerte, no sé, no sé...



Por fin llegamos a Bangkok tras 13 horas de viaje en avión con escala en Qatar. Por cierto, en el aeropuerto de Doha (Qatar), resulta que estábamos haciendo cola con Juanito Oiarzabal... jodo que bajito es, pero ostias el primer español que se ha subido los 14 ochomiles...

El recibimiento en Tailandia fue mas frío de lo esperado...

Primero ves mascarillas por todos lados, entre la gripe aviar y la gripe porcina, esta gente está paranoica, eso sí, se quitan la mascarilla para comer en un puesto callejero donde la higiene es... digamos distraída.

Lo siguiente es que unas chicas te graban con una cámara mientras pasas por un pasillo... que raro... luego te das cuenta de que es una cámara de infrarrojos y que buscan a gente con fiebre. Lo que te digo, paranoicos.

Por último, en el control de pasaportes, una poco amable funcionaria te indica que te sitúes en una cruz en el suelo y mientras te preguntas para qué, te sacan una instantánea para el álbum de fotos del estado Thai.

Sin embargo, tras esta primera impresión, parece que la gente es muy amable y educada.

Como buen país budista, tomarse una cerveza a veces se convierte en una búsqueda dura, porque solo los locales con una (cara) licencia pueden vender alcohol. Pero ya hemos probado la Singha que es la cerveza nacional y el veredicto ha sido positivo.

Si pasara algún tiempo sin que volvamos a escribir en el blog puede deberse a dos razones: la primera y poco probable es que no encontremos un acceso a Internet. La segunda, que estemos atrapados en el hotel con diarrea porque de momento ya nos hemos saltado todas nuestras habituales normas de seguridad alimenticia... esperemos a ver.