Sin palabras…


Ruido...

Una palabra que dicha así no es más que una palabra, pero es que en La India alcanza una dimensión bíblica.

El trafico funciona caóticamente a nuestros ojos, pero con sus propias normas de las cuales, las dos principales son:

- Pita y así todo el mundo sabe que vienes.
- Como siempre estas rodeado de gente y otros vehículos pita todo el rato.

Es fundamental para poder circular por La India, con independencia del tamaño de tu vehículo, tener el claxon de un camión. Los camiones directamente suenan como un transatlántico.

Cuando vas andando por la calle, escuchas una sinfonía de cláxones de autobuses, camiones, coches y motos. A lo que hay que sumar las viejas bocinas de los rikshaws (como la del mudo de los hermanos Marx, que suenan como ocas afónicas) y los escandalosos inventos de chapa que tienen las bicis (que suenan como unos platillos)… imagina 100 vehículos tocando su particular elemento de hacer ruido, cada 3 segs y todos a la vez. Ese es el sonido del trafico de una ciudad cualquiera de La India.

Cuando entras en un autobús local tienen música que ponen a volumen brutal para superar el ruido del trafico y por supuesto el del claxon del propio autobús que suena continuamente.

Con este nivel de base, la gente grita, todo el mundo grita para superar el umbral de los 100 decibelios del trafico. Por supuesto nosotros también tenemos que gritar.

Por esto, una de las cosas mas tristes que te pueden pasar en La India es lo que me paso. Por azar de una mala corriente me constipé y de forzar la voz, me quede afónico dos días...

La India no es el país de la igualdad de géneros. El hombre manda y la mujer… la mujer… bueno la mujer no. Así que cuando Sus preguntaba como se llegaba a algún sitio o a que hora salía el autobús para tal lugar, para cabreo de ella se giraban y me contestaban a mi. Con lo que al final era inevitable que tuviera que soltar un “thank you” con voz de haber bebido cazalla durante 20 años.

Afortunadamente llegamos a Pondichery que es una ciudad con un pasado francés y han mantenido esa identidad de forma casi obsesiva. Horarios europeos, puedes comprar pan francés y croissants, comerte un buen bistec (si, si, de vaca) o comida francesa en los múltiples restaurantes que tiene. Incluso la policía sigue llevando los rojos gorritos de la gendarmería francesa. Y por supuesto, esta lleno de franceses (hay que joerse!)

A pesar de que en la guía hacia especial mención a lo ruidosa de esta ciudad, la realidad es que nos ha parecido una de las mas tranquilas y silenciosas en las que hemos estado hasta ahora. El barrio francés casi no tiene tráfico y cuando cae el sol cierran el paseo marítimo a los coches y riskhaws para que la mitad de la ciudad pasee junto al mar tranquilamente.

Que mejor cura para la fatiga de la voz que el silencio.

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