Tras la acogida inicial Lijiang nos trató bien, o al menos tan bien como al resto de los 5 millones de turistas que recibe al año. Eso hace de media de unos 13500 diarios y puedo jurar que el día que visitamos el turístico centro habían venido todos los del cupo de ese día.
Para disfrutar del bonito casco antiguo y sobrellevar a la muchedumbre aplicamos la regla del 80/20 del turismo chino, a saber "el 80% de los turistas solo visitan el 20% de los sitios". Se disfrutó el día relajadamente, especialmente interesante a la hora de la comida, pero ya hablaremos del tema comida otro día que tiene entidad propia.
En realidad lo que principalmente nos había llevado hasta Lijiang era hacer el treking por la Garganta del Salto del Tigre. Uno de los desfiladeros más profundos del mundo, con 3500mts. de caída desde la cima del Huba Xueshan hasta el río Jinsha.
Una vez nos aseguramos de que el tiempo iba a respetarnos, hicimos la reserva de los billetes de autobús en el hostel. A la mañana siguiente habíamos empaquetado todo, desayunamos y listos para que nos recogieran a las 8am. No lo preguntamos, pero imaginábamos por el ridículo precio que pagamos (35y por cabeza), que iríamos en un bus público.
Nos recogió un delgado chino que antes de salir se empeñó en limpiar su microbús. La chica de la recepción nos dijo "just follow him". Pues vale, nos montamos con él y cruzamos la ciudad en un tráfico infernal. Ya me iba mosqueando que no parecíamos ir camino de la estación de autobuses cuando se para detrás de otro microbús y nos suelta lo único que posiblemente sabía en inglés "change bus".
Cuando abrimos la puerta lateral, nos encontramos con otros 4 guiris espachurrados en los pequeños asientos. Susana pasa con ellos y yo me pongo delante con la conductora, una agresiva quema ruedas que en cuanto se libra a golpe de claxon del terrible atasco matutino, pone rumbo hacia Qiáotóu desde donde empezaremos a andar.
A ver, los chinos conducen de una manera que me ha hecho replantearme la expresión "conduces como un portugués", son agresivos hasta decir basta, pero no se enfadan nunca cuando alguien les hace una pirula... simplemente a la siguiente oportunidad hacen la pirula ellos. Pero lo que realmente pone los pelos de punta son los adelantamientos y es que para los chinos el mejor momento para adelantar es... ¡cualquier momento! Cambios de rasante, curvas sin visibilidad y si la carretera es ancha, pues con coches viniendo de frente y pasando los tres en paralelo. El número de muertos en las carreteras chinas es de 600 personas... ¡cada día!. En fin, mejor no pensarlo mucho.
Llevábamos casi 3h. de revueltas, adelantamientos y repentinos atascos cuando de sin previo aviso nos paramos detrás de... adivina... otro microbús y al grito de "change bus" y "relax no more money" nos miramos todos descojonados y claro nos cambiamos (ya íbamos entregados) al otro vehículo conducido por otra aguerrida dama que nos llevó hasta Qiáotóu (actualmente llamado Hutiaoxiazhen).
No acaba ahí la cosa, en mitad del atasco de entrada a Qiáotóu, se pone a discutir por la ventanilla con un chico joven. De repente nuestra "chofer" sin más se baja y se va, se sube el chico y comienza a conducir... finalmente este último conductor (era el cuarto) nos llevó a la taquilla desde donde previo pago, empezaba el treking.
Dos días caminando en un paraje absolutamente increíble, mágico... cuesta llegar hasta aquí, pero venir a China y no recorrer la Garganta del Salto del Tigre debería ser ilegal.
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